Buen pescado lejos del mar

Tenía buenas referencias de este lugar como restaurante especializado en pescado y marisco, algo poco frecuente en un lugar como Valladolid, así que al final terminamos aprovechando una ocasión especial para acercarnos y comprobarlo in situ.

Accedimos primero al bar, con bastante movimiento dada la hora y el día. Buena barra, seguramente algún día nos acercaremos a picar algo de manera más informal que hoy.

Pasamos inmediatamente a la sala acompañados por una de las camareras. Decoración quizás un pelín demodada; sillas cómodas, mesas bien vestidas y correcto menaje, que quizás adolece un poco del mismo defecto que la sala siendo un poco puntillosos. La mitad de una de las paredes está ocupada por un armario climatizado para el vino, buen síntoma para los aficionados. Aprovecho para señalar que la carta es bastante amplia, con una inflación media de en torno a 2,5X con respecto al precio en tiendas.

Rápidamente nos proporcionaron la carta, en la que las estrellas en cuanto a variedad y propuestas son el marisco y el pescado. Nos quedamos como entrantes con una de las especialidades de la casa, unos lomos de sardina limpios y aliñados con aceite de oliva y abundante cebolla, cuya fama está plenamente justificada; y un revuelto de oricios, con buena materia prima y el huevo en su punto.

Como segundo aposté por el rape en salsa americana con piñones. Nuevamente buen género, una salsa bien trabada y un acompañamiento de patata panadera. También probé el pixín rebozado, igualmente destacable, aunque quizás un pelín aceitoso, y unos calamares a la romana un poco tiesos, pero bien fritos y con agradable sabor.

En cuanto al postre, seguimos el consejo del servicio y compartimos la tarta de queso, en forma de flan y con una textura y una delicadeza extraordinarias y acompañada por una tulipa rellena de leche helada. Unos buenos cafés solos con hielo y unas frascas de orujo de hierbas y de café cortesía de la casa culminaron la comida.

Como vino elegimos al hermano pequeño de Ossian, un agradable verdejo de nombre Quintaluna, que salió por 18€.

El servicio fue rápido y eficiente, si me apuran quizás en exceso al principio, cuando me resultó un poco atosigante. Después se fue relajando, siempre dentro de los márgenes de lo correcto.

Al final poco más de 47€ por persona, un precio alto, pero también es cierto que la materia prima de calidad hay que pagarla. Una opción diferente en una ciudad donde el lechazo reina por doquier.

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