El sábado 19 por la noche a las 21h, tras haber buscado nuevamente un restaurante que no estuviese demasiado lejos de nuestro alojamiento, optamos por ir a cenar a Casa Enrique.
Casa Enrique es un restaurante centenario, situado en Solares, frente a la estación del ferrocarril, dotado de un gran parking detrás del edificio. Es famoso por su cocina de temporada y tradicional de Cantabria. Aparece en la guía Repsol y en la guía Michelin (1 plato)
Se entra al restaurante atravesando el bar, el comedor es muy grande, debe tener fácilmente una capacidad para unas sesenta personas, de planta cuadrada, con ventanas a un lado y al otro de la sala y con una chimenea en el centro de la pared que queda delante de la entrada. La decoración es clásica. Las mesas son amplias, bien vestidas, pero no demasiado bien separadas las unas de las otras, cubertería y vajilla, con el logo del restaurante, correctas, buenas copas. Nuestra mesa estaba situada junto a la chimenea, desde donde divisábamos toda la sala. El servicio de sala y del vino corrió a cargo del propietario, Enrique García, ayudado por una simpática camarera. Tienen una carta de vinos de unas 130 ref, la mayoria Riojas y Riberas.
Como no estábamos muy hambrientos, aun conociendo la fama de su carico montañés, optamos por una cena mas ligera, y tal vez ahí nos equivocamos.
Comenzamos, para compartir al centro de la mesa, con
Croquetas cremosas de centollo. 8 unidades, muy buenas, muy cremosas por dentro y bien crujientes por fuera, el único problema es que ninguno de los dos, ni MC ni yo, encontramos el sabor del centollo, si no un potente y buen sabor a queso.
Como entrantes (2 comensales), tomamos :
Rabas de calamar fresco. Buena calidad y buena fritura.
Almejas de Pedreña a la sartén. Demasiado hechas (duras) y con demasiado ajo crudo que escondía el sabor de la almeja.
Siguieron de principales :
Callos de Wagyu. Coronados con un huevo frito, me parecieron buenos, pero no me entusiasmaron, les faltaba alegría.
Vieiras. Aquí las cosas se complicaron ligeramente, porque intentar hacernos creer que las zamburiñas que nos sirvieron eran vieiras aduciendo que ahora las vieiras que recibían de Galicia eran muy pequeñas y bla, bla, bla.... me parece de una desfachatez sin igual. Para mas INRI estaban frías. Sin comentarios.
Para beber tomamos una botella de un vino blanco cantabro que nos recomendó Enrique, al explicarle lo que estaba buscando, Yenda Spicata 2016 VT Costa de Cantabria Bodegas Sel d'Aiz (Castillo Pedroso). Cepajes 100% Albariño, Criado sobre lias durante 3 meses. Me pareció suave, equilibrado, fresco y con buena acidez .
Finalizamos con 2 cafés ofrecidos por la casa.
La cuenta ascendió 53,40 €/persona. Mala RCP. Como he dicho al principio, tal vez hubiese debido venir a este restaurante únicamente para comer platos del estilo del carico montañes... y aquí mi opinión hubiese sido tal vez distinta pero la que tengo ahora es la de un restaurante donde no he comido bien y además han querido hacerme "avaler des couleuvres" que en castellano creo que puede traducirse como vender puras mentiras o hacerte creer cualquier cosa. Como os podéis imaginar, no volveremos.