Despedida montillana

Exhaustos, tras completar un intensivo fin de semana de la mano de Verema visitando bodegas de la D.O. Montilla Moriles, y rebuscando algo abierto domingo noche, dimos con nuestros huesos en este local.

Acomodados en la tranquila terraza que tienen ubicada en una plazuela con escaso tránsito. Ambiente familiar de barrio en el que nos sentimos siempre cómodos. Como de costumbre… todo compartido al centro.

Empezamos con el Salpicón, donde destacaba el punto terso y crujiente de las frescas y clásicas verduras que componen la preparación, un buen aderezo y todo coronado por unos langostinos y unas lascas de merluza. Seguimos con un par de frituras: Araña y Chanquetes. Sobresaliente la primera, tanto por la calidad en la ejecución del rebozado como por la delicadeza y sabor del pez que era novedoso para mí. Los chanquetes, correctos también, con un impoluto frito sin rastro de aceite. Completamos con un Crispín, elaboración autóctona que no me terminó de transmitir sensación especial… cuestión de gustos, sencillamente.

A tener en cuenta el tamaño de las raciones. En nuestro caso, dado que hay posibilidad, pedimos medias raciones quedando más que saciados.

Rematamos con un Tocino de Cielo realmente rico por el punto de dulzor rebajado y al que le sobraba, en mi humilde opinión, el chorrillo de sirope decorativo.

Cervecita para beber que equilibrara la saturación vinícola del finde disfrutado. Tres en total, dos de ellas de la verde de Alhambra.

Nuevo paseíto por el bonito municipio de Montilla y a descansar para poner rumbo a Jaén al día siguiente.