En el corazón del barrio de Ruzafa hay un restaurante de tapas pequeñito, del que últimamente se habla mucho, pero que sorprendentemente no había todavía ningún comentario en Verema. Nos decidimos y el sábado fuimos a comer.
Como he dicho antes, es un local pequeño ( de hecho, pone capacidad para 28 comensales), con terracita, sin pretensiones pero muy bien organizado y con la sensación al entrar de que eres bienvenido. Esta sensación se acrecienta cuando te sientas y te reciben con una gran sonrisa de oreja a oreja, que se adivina sincera.
Las mesas, lógicamente no son muy grande, pero el espacio es suficiente. La carta es original, con clara inspiración peruana, chilena, india....Nos informan de los platos fuera de carta, y de la posibilidad de pedir un menú vegano o libre de alérgenos. Nos decantamos por el curry del día ( pollo verde con vegetales y arroz germinado), sashimi mix ( atún y caballa), y ceviche de pargo, langostino y pulpo. Nos aconsejan que no pidamos más, y hacen bien.Todo muy bueno, con cambio de platos y cubiertos tras cada servicio. Para beber un Godello blanco: Armas de Guerra (20€), muy agradable. Lo abren en nuestra presencia y lo ponen en un enfriador para que nos vayamos sirviendo. De postre, Malabi ( pudín israelí?) con frutos rojos y remolacha. Nos invitan al café
La verdad es que mientras comíamos, no dejó de entrar gente que saludaba muy efusivamente al personal, por lo que todo el tiempo que estuvimos, la sensación fue de estar en familia.
En fín, un lugar recomendable para una comida o cena informal,para picar sin caer en lo de siempre, y del que sales con un buen sabor de boca. Para repetir