Una socorrida opción

Acabamos comiendo en el restaurante después de un decepcionante vermú por la Barceloneta (cualquier tiempo pasado en ese barrio, fue mejor...). El restaurante en cuestión presentó el cartel de no hay entradas, por lo que tuvimos que esperar en su curioso hall, hundidos entre cojines y con clientes que también aguardaban su turno.

Comimos en la planta de arriba, aunque no en su tan demandada terraza. En esa ocasión 5 adultos con peque, por lo que después de un pica-pica a base de alcachofas fritas, mejillones, fritura de calamares y alguna ración más que ya no recuerdo, la mayoría nos decantamos por la paella. Los entrantes aceptables pero no emocionaban, y el arroz exactamente lo mismo.

El servicio no tuvo su día ya que se despistaron a la hora de tomar la comanda y traer los platos. El local en cambio es agradable y su ubicación es ideal, al lado de los diferentes yates y veleros que allí están amarrados.

Una opción más, especialmente si le quieres poner la nota de glamur a un arroz o pescado.

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