Un templo del tapeo

Local que ocupa un histórico edificio de Domecq en la Plaza homónima. Estuvimos en la terraza, ya que el clima así lo invitaba. Bullicioso. Hay restaurante en la planta de arriba.

En la cocina, nos encontramos ante un templo del tapeo. Las raciones son abundantes y variadas, con productos de buena calidad y las tapas (hay más de 20 distintas) son de diseño y autor, pero perfectamente ejecutadas y sabrosas. Alta cocina en miniatura. Postres caseros sabrosos y delicados. Destacable en este aspecto.

En vinos disponen de toda la gama de Domecq. Lo mejor, las medias botellas de Fino La Ina para comer y un buenísimo amontillado Botaina para el postre. Hay que olvidarse de otras opciones. Disponen de catavinos y otras de copas más ortodoxas si se desean. Servicio de mesas algo alocado y a veces lento, pero sin mayores problemas.

Un clásico jerezano que de por sí constituye todo un homenaje al tapeo y a un estilo de vivir y disfrutar de la vida. Sin prisas. Precios muy ajustados tanto en raciones como en los vinos. Un local imprescindible.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar