Segunda visita

Nueva ubicación en C/ San Diego, 3 para este restaurante de cocina fusión entre la japonesa y la mediterránea. Cena en pareja en una amplia mesa desnuda en la terraza del local. Optamos por el menú degustación de verano (34.50 €) compuesto por lo siguiente:

Dos entrantes fríos: chawanmushi (flan salado con shiitake, cigala y gamba) y ensalada goma wakame (para compartir).

Dos entrantes calientes: japobravas (para compartir) y gyoza de verduras.

Dos tartares para compartir: de aguacate con tomate y coulis de mango y de bacalao miso.

Dos nigiris: de caballa y de huevo de codorniz con paté de trufa.

Dos uramakis: de atún ligeramente picante y de tortilla con shiitake, pesto, queso y filamentos de guindilla no picantes.

Un plato principal individual: magret de pato teriyaki (quizás el plato más flojo).

Postres para compartir: tarta de queso con té verde matcha, flan de sésamo negro y dos mochis de mango.

Para terminar, sendos chupitos de choya (licor de ciruelas) y como invitación por la espera entre algunos pases del menú, un par de copas de Osborne Pedro Ximénez 1827 que alargaron agradablemente la velada.

La cocina sigue manteniendo un buen nivel, quizás un pequeño escalón por debajo con respecto a nuestra anterior y primera visita.

La carta de vinos está enfocada con gran acierto a la cocina asiática. De ella elegimos La Viña de Ayer 2018 (D.O.P. Cebreros, 21.50 €), vino naranja de viñas viejas de albillo real en la Sierra de Gredos, mineral y sabroso.

Buen y simpático servicio.

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