Parece que el comentario anterior surtió efecto: se ha renovado la mantelería y servilletas, el menú está impreso en la mesa y el vino ya es un vino básico pero de bodega con DO. Ahora tiene recomendación de la Guía Repsol 2025.

No había leído el comentario anterior porque me hubieran entrado muchas dudas de acudir; referencias más actuales de otras redes eran mejores y al estar muy céntrico al acabar el tour turístico que había programado y, tras las compras de souvenirs (mantequilla salada y vinos de Soria) buscando un local algo diferente (como cada día de la semana de viaje que llevábamos) esta vez tocaba cocina más castellana de horno y espacio extraño; hubo que reservar con tiempo. 

Nos colocan en la zona sobreelevada del comedor que debe hacer de escenario en una mesa ancha, bien vestida con mantel y servilletas de tela, copas correctas y vajilla cubiertos y vasos cumplidores sin más; muchas fotos colgadas en la pared. El servicio empezó rápido pero luego se les complicó la cosa (como la sonoridad de la sala) ya que estaba a reventar pues incluso era difícil pasar entre mesas para salir a la calle o ir al baño; los camareros tenían un verdadero circuito de gincana que suplían con amabilidad y profesionalidad.

Para beber nos fuimos a copa de vino blanco verdejo de Rueda cuyo nombre no recuerdo y copa de vino de Marqués de Soria tinto Ribera del Duero aunque pudo ser hasta dos copas por persona, pero nos quedaban muchos kilómetros hasta Valencia; bien servidas en mesa y cumplen como vino incluido en el menú de fin de semana. Un par de botellas de la casa con agua filtrada que no hubo ni que pedirla.

Lo que le pedimos a Cristina, la jefa de sala y que nos aconsejó bien:

. guiso de garbanzos con hongos y gambas x 2: un buen guiso de cocina clásica con unos ingredientes diferentes en los hongos (escasos y pequeños) y las gambas, caldo trabado y gustoso; unas piparras algo picantes completaron el tema. Notable alto.

. bacalao al horno y alioli suave: buena pieza de bacalao que se desmigaba en láminas sin esfuerzo, bien de punto de sal y de sabor, buen horneado y bien aliñado; acompañan unas verduras correctas. Notable alto.

. cochinillo asado: bien horneado, piel dura y crujiente, carne tierna y sabrosa, algo de exceso de grasa subcutánea; acompañan unas patatas panaderas en el jugo propio del asado. Bien.

. postre casero: entre las muchas opciones presentadas probamos tarta costrada un milhojas con crema nata en el relleno interior y espolvoreada con azúcar glas, estando todo en buen nivel.

. torrezno: dado que se me había olvidado haberlo pedido como extra previo, me lo pedí de postre (cobrado aparte) y resultó un torrezno bien preparado pero creo que algo recalentado lo que parece que lo dejaba algo más aceitoso aunque bien de sabor y textura.

El chef salió durante la comida para preguntar y disculparse en alguna mesa con notable retraso. Un café expreso sin nada más porque ya se empezaba a hacer tarde para salir.

En época de setas o trufa puede ser buen momento para visitarlo en sus jornadas gastronómicas (mejor tapa micológica 2024).

Estando de viaje nos pilló la hora de comer por Soria. Como no lo conozco mucho me dejé guiar por internet, y entre las opciones para comer bien pero en un tiempo razonable esta fue la que más me llamó la atención.

El local tiene una decoración curiosa. El nombre del restaurante hace referencia a la chistera de un mago, y todo gira alrededor de la magia, desde las sillas, que llevan cada una la firma de un conocido prestidigitador, al techo, en el que aparece una carta de la baraja francesa. Copas de vino un poco de batalla y mantelería a la que, sin estar vieja, no le vendría mal una renovación. Buena vajilla y cubiertos normalitos, que no se cambian entre plato y plato.

Nos asignan una mesa y nos dicen que salgamos a la calle a ver el cartel que tienen con el menú para ir eligiendo. Francamente es una tontería, pero es la primera vez que me obligan a tomarme esa molestia, y creo que tampoco cuesta mucho hacer un papel con el menú del día o aunque sea cantarlo una vez que están los comensales sentados.

De los 7-8 primeros y otros tantos segundos nos quedamos con:
+ Risotto de boletus: Para mí le faltaba algo de tiempo. El arroz un poco tieso y sin que hubiera llegado a adquirir el punto de melosidad que espero en un risotto. Sabor correcto.
+ Níscalos gratinados: Hubieran estado bien si no fuera por la cantidad de tierra que tenían, que deslucía su buen sabor.
+ Atún rojo a la plancha: Mi pareja lo pidió poco hecho y se lo trajeron no muy pasado, pero tampoco como quería. A pesar de ello no estaba mal.
+ Carrilleras asadas: Lo que más me gusto, servida con su hueso y muy sabrosa y jugosa. Eso sí, la ración un poco justa y la guarnición de patatas panadera flojas de temperatura.

Como postre probamos una buena tarta de queso y una cuajada que también debía estar bien, porque mi pareja no me la dejó probar. Un par de cafés con hielo coronaron la colación.

En cuanto al vino, lo que incluía el menú era una frasca de un tinto que para el que le guste esa opción pedía a gritos gaseosa.

El servicio un poco lento, pero quitando el asunto de hacerte salir conocer el menú, correcto.

En resumen: Por un menú de 18€ espero más, francamente. Creo que entre semana se queda en 12, pero aún por ese precio se puede dar un vino digno y cuidar más los detalles que penalizan una experiencia que se promete más grata al entrar. Vistos los comentarios de otras personas en otros sitios quiero pensar que se trató de un mal día.