Impulsado por las ocasiones en que había intentado reservar mesa sin éxito y atendiendo la recomendación que me dio la persona que en la última ocasión me atendió telefónicamente, reservé con una semana de antelación para el lunes dia 24 festivo en Catalunya.
El restaurante continua estando regentado por Joan Cuadrat y su pareja Pam que este dia estaban ausentes por estar de vacaciones.
Los festivos trabajan únicamente un menú consistente en tres tapas como entrante y un plato principal, no existe un menú escrito sino que es la camarera quien canta los platos que tienen disponibles, primeramente junto con la bebida nos trajeron el pan y un excelente y espeso all i oli, compartimos unos muy buenos calamares a la romana, una croquetas de chipirones también muy buenas y mejillones al vapor mejorables. Los segundos fueron carrillera de ternera bien cocinada, muy melosa aunque totalmente insípida y fricandó de ternera que era también francamente mejorable.
De postre una copa de chocolate y yogourt que quedó entera en la mesa después de probar una cucharada y un helado de vainilla
El vino que tomamos fue el que incluye el menú, un vino de mesa blanco del Penedés sin pena ni gloria puesto que al pedir la carta de vinos nos dijeron que tenían los que estaban en una alacena justo detrás de nuestra mesa, ante este panorama optamos por el que está incluído en el menú. Una mesa cercana pidió un tinto de los que estaba dicha alacena y lo sirvieron directamente de la misma a la mesa a temperatura ambiente, evidentemente tuvieron que pedir una cubitera. Bebimos también una botella de agua de un litro.
Dos cafés.
Un ejército de invitados voladores sobrevolaron las mesas durante toda la comida posándose sobre servilletas y manteles de mesas sin ocupar teniendo que utilizar nuestras servilletas para alejar a las que constantemente se acercaban a nuestra mesa. En pleno siglo XXI existen muchos métodos para ahuyentar y eliminar a estos insectos voladores.
Tenía un buen recuerdo de la única vez que habíamos estado, pero a temor de esta experiencia dudo que volvamos
Hacia tiempo que tenia en la lista de pendientes este restaurante, en dos ocasiones había intentado reservar sin éxito, espoleado por los comentarios de Jerónimo en esta ocasión reservé con un día de antelación, sin problemas para cenar un viernes por la noche.
Jerónimo ha relatado a la perfección el restaurante y su entorno, por lo que no voy a ser reiterativo pasando directamente a relacionar los platos que nos sirvieron.
No disponen de carta, ofrecen un menú de tapas que adaptan al gusto de los comensales y que deben elaborar según el producto que encuentran en el mercado, Pam nos cantó el menú y entre los platos que había, los caracoles no son de nuestro agrado y nos propuso inmediatamente el cambio por un plato sorpresa.
Este día nos sirvieron unos excelentes calamares a la romana.
Patatas bravas
Pulpitos guisados con cerveza, almendras, piñones y pasas que según Pam nos comentó era un plato recogido de unas recetas de cocina medieval.
Coca de recapte, muy buena
Y siguiendo con recetas medievales, un pescado de la familia de la caballa relleno de carne hecho al horno con una salsa a base de crema de leche, quizá el plato que menos nos gustó del menú.
Y sustituyendo a los caracoles, secreto de cerdo de la raza duroc a la plancha..
Buen pan de elaboración artesanal propia.
Pocas referencias de vino, no disponen de carta y hay que elegirlo directamente de la vinoteca, éramos tres comensales y "cayeron" dos botellas de Mireia un blanco de la DO Penedés afrutado y sin ser excesivamente dulce, muy fresco y que con el calor que padecemos estos días pasó de maravilla.
No tomamos postre ni cafés.
El precio del menú, 22€.
Reiterar como dice Jerónimo la atención y trato recibido de Joan y Pam.
Ubicado en un complejo arquitectónico perfectamente restaurado que data del siglo XI, que incluye la Basílica del Santo Sepulcro que fue un gran centro de peregrinación donde se podían, y se pueden, conseguir indulgencias como las que se obtienen por visitar Tierra Santa y el antiguo monasterio donde se haya emplazado el actual restaurante.
Lo primero que uno se pregunta cuando te cuentan las especialidades, es que cómo es posible que en un restaurante situado en un recóndito paraje rodeado de bosques y montañas, pueda disfrutar de un pescado y especialmente unas gambas tan frescas como en la terraza del mejor restaurante a pie de playa, y es porque hace unos años aparecieron por aquí Joan y Pam, de la familia propietaria de La Gamba de Palamós, y cautivados por el entorno decidieron quedarse.
Producto, producto y producto, estos son tres principales ejes en los que se basa su cocina, producto de calidad con su punto justo de elaboración.
Nos llevaron unos amigos en plan sorpresa de manera que no teníamos ni idea de lo que nos esperaba, que fue lo siguiente,
Rape con Salsa de Gamba. El Claustre de Palera
Tartar de Gamba. El Claustre de Palera
Coca de Recapte. El Claustre de Palera
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