Pequeño local a pocos minutos del Congreso de los Diputados. Una barra repleta de tapas y unas pocas mesas al fondo. Decoración castiza. Servicio atento y profesional. Carta a base de tapas frías. No miré siquiera la oferta de vinos.
Almuerzo ligero para dos en una lluviosa tarde. Empezamos con unas pequeñas gildas que nos sirvieron de tapa junto con las cañas (1,80€/ud.) mientras esperábamos que quedase libre alguna mesa. Una vez sentados pedimos un par de platos para compartir:
- Surtido de canapés (14,-€) - 6 canapés (minibocadillos y montaditos) a elegir de la carta. Tomamos ventresca con pimento, maigret de pato, anchoas con queso y tomate, salmón, bonito con pimiento y uno con queso que no probé. Nos los presentaron partidos por la mitad, ideal para compartir. Buena presentación y sabrosos.
- 1/2 de boquerones en vinagre (7,-€) - Pensamos que era una ración. Acompañados de patatas chips. Cargaditos de vinagre, como a mí me gustan.
Además de las cañas, pedí una clara de medio litro (3,50€).
El precio de la comida me pareció correcto. No así el de la bebida. Por muy bien tirada que esté, 1,80€ por una caña y una mini-tapa me parece caro.
Da gusto ver que locales así se han mantenido fieles a sus principios durante más de un siglo contra viento y marea. Absolutamente recomendable.
El precio corresponde a lo que tomé yo.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.