Desde el año 1939 la Bodega Bartolí esta instalada en el barcelonés barrio de Sants, muy cerca de la estación del mismo nombre, es vecina de uno de los templos del vino y de los destilados de Barcelona, el Celler de Gelida. Desde entonces la misma familia ha mantenido el negocio que con el paso del tiempo supo adaptarse a las necesidades y conveniencias de la gente del barrio y atraer a clientes de otras zonas de Barcelona.
El local con la barra a la derecha según se entra es alargado y se ensancha un poco por el fondo donde está la cocina a la vista, tiene capacidad para una 12-15 mesas, es un lugar sencillo y natural y que difícilmente podemos encontrar inconvenientes si sabemos donde nos metemos.
Ofrecen menú y carta, en ambos casos los platos son cantados, su cocina es tradicional catalana, vamos la de toda la vida, la que hacían las abuelas, tienen platos humildes de casqueria y donde destacan sobre todos los callos, guisos de cazuela, carne y pescado.
Las mesas vestidas con mantel de hule estampado con los clásicos cuadros rojo y blanco, servilleta de papel, el servicio rápido y eficiente.
Opté por pedir un plato de setas a la plancha aliñadas con ajo y perejil, mitad níscalos y la otra mitad "llanegues", cuyo nombre en castellano no sé, estas últimas para mi gusto están mejor acompañando algún guiso.
De segundo dos buenos trozos de bacalao al horno, acabado con gratén de tomate y una ligera muselina de ajo, el bacalao de muy buena calidad.
Pedí un vino tinto de las D.O. Montsant o Priorat, me sirvieron una botella de Imus crianza de la D.O. Montsant elaborado por la Cooperativa Falset Marçà con uvas de las variedades garnacha negra y syrah. No bebi la botella entera, quedaron un par de copas, la sorpresa vino con la cuenta, en este caso agradable sorpresa, el camarero me comentó que como no me había acabado la botella me cobraba 5,50€!!!!!
La factura ascendió a 32,85, precio más que correcto atendiendo a la calidad de los productos.