Local al que acudimos por una referencia directa, al menos yo no había oído hablar nunca de él, sin ninguna referencia y aparte de estar localizado en una calle muy poca concurrida peatonal, si pasas por su zona exterior no llama en absoluto la atención.

Dispone enfrente de una barra típica de bar, de unas cuantas mesas de madera y en su comedor, el cual es de pequeñas dimensiones, con cuatro mesas literalmente, (dos para cuatro comensales y otras dos para seis comensales), decorado en tonos grises, mesas amplias y bien vestidas. Copas de buen nivel.

Desde el comedor se vislumbra a través de la cristalera la cocina.
Hemos compartido en general, salvo el arroz y el postre, para seis comensales:

Un surtido de aceitunas, con cuatro tipos distintos.

Borrajas con zamburiñas.

Marujas con naranja.

Un buen calamar a la plancha.

Arroz carnaroli con mejillones.

Y para cerrar Pargo generoso a la plancha.

Todo muy buen nivel, salvo el arroz que no levantó ningún comentario en especial favorable, debiendo destacar un par de tipos de aceitunas, el nivel del calamar bien y el punto de hechura del pescado.

La sala la dirige personalmente Chuchi Martín, con buen servicio de sala y adecuado cambio tanto de copas, como de cubiertos y de platos.

Postres caseros, donde pudimos apreciar un buen nivel, tanto de un tiramisú, como de un lado de nata con piñones.

En cuanto a los vinos, no vi la carta, a tomamos tras unos vermuts, Telescópico 2013 y Verdejo de la bodega Estancia Piedra de 2008, que aportamos los comensales, Recaredo bn 2008. Buena temperatura de servicio de los vinos.

La comida se cerró con unos cafés.

Precio por comensal con lo referido a 30 euros.

Comentario:
Local de esos que acudes por el sistema de boca oreja, donde impera el producto, buen servicio y con una atención del responsable del local esmerada, sin ser en absoluto cargante.