Local de decoración sobria pero elegante. Techos altos (se agradecen cuando el local está lleno), buena separación entre las mesas, cuidada vajilla alemana y muy buena cristalería. Carta de vinos muy completa exceptuando el apartado de los champagnes que no tiene la curiosidad que tiene la carta en general. Que pena que la letra y los iconos impresos en sus hojas no sean fáciles de distinguir sobre su fondo plateado. Servicio muy atento y profesional. Elegí un plato del día, unas pochas con perdiz y después un arroz a banda. Ricas las primeras, muy elegante el segundo. Servicio esmerado del vino que elegí, un Pago de Balagueses decantado y con la copa previamente envinada. Un ristreto bien tirado y de postre una Citadelle con tónica Fever Tree. Un apartado que muchos restaurantes no cuidan y es de agradecer, una excelente selección de jazz y blues como música de fondo. Teniendo en cuenta que pedí una botella para mi solo, los 50 euros de la factura me pareció una buena RCP.
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