Para una ocasion especial...

No conocíamos la existencia de este lugar que lleva un año abierto. Nos lo recomendó un amigo y cuando vi su web y las criticas me pareció el típico sitio para guiris al estilo las cuevas de Luis Candelas. Pero ante la insistencia de la recomendación decidimos reservar ( imprescindible) para comer.
Tras la puerta de la calle solo hay un pequeño recibidor que da paso a una escalera por la que se accede al complejo entramado de tuneles que constituyen el restaurante y su mayor encanto. Son tuneles de ladrillo visto con espacios abovedados a los lados donde se colocan las mesas. Todas ellas para dos personas lo que hace un ambiente romántico y calido. Solamente a la entrada hay un espacio mas amplio donde hay mesas mas grandes.

Parece que estos tuneles se usaban en el siglo XVIII para diversos fines según nos explico quien debía ser el dueño y que nos mostró amablemente todo el recinto al finalizar la comida.

El servicio es muy joven y profesional. Todo atenciones y eficiencia al servir tanto el vino como la comida.

Pedimos un entrante a compartir y unos segundos.
Entrante:
• Maridaje fumé de anguila y salmon Carpier con cava rosado Rimarts. Curiosa y exquisita combinación donde te sirven el cava explicando sobre él y te indican que primero tomes el cava y luego los ahumados. Sorprendentes notas ahumadas en el cava que abren el gusto a los ahumados. Estos últimos excelentes.
Segundo:
• Lomo alto de buey gallego con patatas con mojo: La carne un poco dura aunque de buen sabor. Las patatas en gajos riquísimas
• Steak tartare: muy bueno. Le faltaba algo de picante que solventamos con tabasco.

Para beber un Almirez bien servido.

La cuenta 90 € dos personas. Una RCP adecuada ya que el sitio es encantador y la comida buena.

Lo recomiendo totalmente para una cita romántica.