Una vez conocido el hecho de que tenía que volver a Venecia por razones laborales, y pensando en el tema restauración para la ocasión, me vino a la cabeza que una de las cosas que más me han llamado la atención cuando hago un viaje por alguna ciudad europea es que casi siempre me dicen que en la ciudad que visito se encuentra la farmacia más antigua del viejo continente. Me ha pasado en ciudades tan lejanas entre sí como Praga, Tallín, Bruselas o San Petersburgo.
Pues con los restaurantes me pasa igual: siempre está en la respectiva ciudad el más antiguo, cuando menos, del País correspondiente. Y ese parece ser el caso del restaurante que se comenta, pues, según reza al menos su publicidad, su origen se sitúa en el año 1.500, que ya ha llovido ... Y uno, que a estas cosas semi-mitómanas no puede resistirse -ahí queda mi bellini en el mítico Harry’s Bar- pues hace la reserva oportuna casi con el piloto automático puesto.
Ubicación y entorno: Muy céntrico, al lado del Puente Rialto, una de las zonas -advierto- en donde más timan al personal en el tema restauración con la excusa de poder contemplar el más bello puente de Venecia. Pero lo mejor es que está al lado del mercado de pescados, del que se nutre, algo que considero esencial en una gastronomía -la veneciana- en la que el pescado es un ingrediente esencial.
El interior me gustó, mucho. Porque era lo que esperaba. Si alguien quiere un ambiente moderno, éste no es -ya lo advierto- su restaurante. Quería algo histórico, y lo encontré. Parece ubicarse en una antigua casa señorial veneciana, con preciosas chimeneas en sus diversos salones, vigas de madera, frescos en lo alto de las paredes altas alegóricos de los 7 pecados capitales -me senté casi debajo de la gula ¿casualidad?-. Suelo de mosaico. Venecia antigua a tope. Sillas de madera, mesas bien vestidas con doble mantel. Camareros bien ataviados. Si fueran de época el ambiente sería total. Con algo de imaginación, uno retorna al pasado veneciano, y cabe imaginar su época de esplendor.
Por lo demás, el restaurante es amplio, admite un buen número de comensales y la separación de las mesas es algo justa, pero se está cómodo. Todo correcto en el tema vajillería y coperío -sin más-. Muy limpio.
Servicio y Servicio del vino:
Todo muy correcto. Bien ataviados los camareros, te atienden y tienen la carta en diversos idiomas (farfullean el español). Muy amables, sin caer en el colegueo, buen respeto al cliente. El tiempo entre los platos es correcto. A destacar en el tema vino el servicio de un prosecco de aperitivo. Como punto negativo, el hecho de que, si te pides el menú -opción elegida- la copa de vino que el mismo incluye te la traen puesta a la mesa, en vez de servírtela allí, con lo cual no sabes ni lo que tomas. Por lo menos, la temperatura del mismo era la correcta. Carta de vinos con unas 60 referencias (30 blancos/30 tintos), sin que pueda contar mucho más a este respecto.
Comida:
Como ya he dicho, y dado que casi acababa de aterrizar en Venecia e iba acompañado de mi propia, no queríamos complicarnos la vida, por lo que optamos por el menú del día (30 euros/copa vino blanco y café incluidos)
El menú -que, como he dicho, iba acompañado de un pequeño aperitivo de la casa- se inició con un primer plato consistente en spaghetti allo scloglio. Consiste el plato en la pasta correspondiente acompañada de un conjunto de productos del mar (mejillones, almejas, calamares, algún langostino ...) acompañado de una rica salsa marinera y un quesito de polenta. Buen producto, abundante y sabroso, aunque la pasta, a mi juicio, un tanto cotta para lo que es habitual por estos lares (quizá porque nos vieron cara de guiris).
En cuanto al segundo, uno de los platos estrella venecianos: la fritura mista de pescados y verduras. También abundante, sabrosa, nada grasa, ligera. No sé cómo lo hacen, pero éste es un plato de garantías en Venecia. En la mayoría de los sitios le tienen cogido el punto. Y éste, desde luego, no es una excepción. Originalidad, ni una. Pero qué rica estaba a fritura en cuestión.
Postre: Un sorbete de limón al vodka. Muy correcto y con un punto de cremosidad.
Panes: De dos tipos. Muy correctos, acompañados de unos buenos grissinis con un muy agradable sabor a aceite de oliva.
Ya he comentado el precio, el cual, para el lugar en cuestión, y a tenor de las “clavadas” que te arrean en los establecimientos cercanos al maravilloso Puente Rialto -me reitero, ojo con esto, advertidos quedan- es más que correcto.
Vayan allí y disfruten. Podrán imaginarse lo que se manejaba en Venecia por allá el Siglo XVI. Estarán a gusto y, una vez más, podrán decir aquello de que han comido en uno de los restaurantes más antiguos de Italia. Mañana seguimos ...