Se trata del restaurante del Hotel Llafranch en la playa del mismo nombre.La ubicación magnifica delante del mar. El local es pequeño y simplemente correcto; la comida es de calidad por la materia prima empleada y los cuidados que le deparan. El servicio del vino es bastante malo. La carta muy clásica , nada novedosa ni atractiva. Los precios infames ( tienda por 3), cambian la copa pero ni decantan, ni se preocupan por la temperatura o servicio. Vale la pena ir pero no por el vino, desde luego.
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