Tras pasar la mañana visitando la Cueva del Castillo en Puente Viesgo, nos acercamos a comer a este restaurante de reciente apertura, tras la recomendación de un bodeguero de la zona.
Se trata de un antiguo molino de agua totalmente restaurado, respetando al máximo la arquitectura montañesa de la época, gruesos muros de piedra y vigas de madera.
Tras recibirnos amablemente, nos acomodan en una de las mesas, todas de buen tamaño, bien vestidas y con gran espacio entre ellas.
Nos ofrecieron el menú del día a un precio de lo mas apañado, 13€ incluyendo el iva y la bebida, así que ni nos lo pensamos.
De primeros:
- Ensalada de dorada escabechada con vinagreta de cítricos, pues el típico mezclun de lechugas coronado por una buena cantidad del pescado, con buen punto de escabeche.
- Arroz negro de chipirones y ali-oli, buen punto y sabor del arroz, coronado por un pegote de ali-oli gratinado.
De segundos:
- Bonito a la parrilla con patata panadera y cubitos de tomate, un trozo hermoso de bonito marcado a la parrilla, con un punto perfecto, casi crudo en el centro y acompañado de patata panadera y trocitos de tomate.
- Taco de bacalao con pil-pil de pimientos asados y ensalada de patata, buen taco de bacalao, perfecto tanto de punto de sal como de cocción, acompañado de una cama de patata y una salsita rica de pimiento.
Postres:
- Espuma de yogur ecológico y frutos rojos, crema de yogur bastante ligera, con cierta acidez que se contrarrestaba muy bien con la mermelada de frutos rojos,
- Hojaldre de nata y arándanos sobre natilla almendrada, una especie de pastel de hojaldre relleno de nata y arándanos y cubierto por la salsa de natillas.
Para la cría pedimos un menú infantil, compuesto de macarrones con tomate y unas croquetas, por solo 4€.
Terminamos con unos cafés.

En cuanto al vino, disponen de una discreta carta con predominio de la triple R (Rioja, Ribera y Rueda) y alguna cosita de la tierra, que es lo que pedimos fuera del menú, Yenda 2012 a 12,5€ un vino blanco cántabro de las variedades godello y albariño que acompañó perfectamente el menú, servido perfecto de tª, en copas de calidad y con su cubitera correspondiente.
Pues un sitio a tener muy en cuenta si se anda por la zona, con una cocina con ciertas inquietudes creativas y con un precio muy ajustado.
A la vuelta, aprovechamos para comprar quesadas en Ontaneda, de las mejores que se elaboran en Cantabria.