Informal, con gusto y muy bueno

Una de las novedades más exitosas del 2014 en Madrid ha sido BACIRA proyecto en el que se han embarcado 3 jóvenes chefs, Gabriel Zapata, Vicente de la Red y Carlos Langreo, en pleno barrio de Chamberí en las cercanías de la Plaza de Olavide, en donde se puede disfrutar de una oferta gastronómica moderna que combina elementos de la comida japonesa con la comida mediterránea, a un precio realmente interesante.

La decoración del local (35-40 comensales) es moderna y ha sido ideada por la marca de reciclaje Billete de Vuelta, combinado elementos originarios del local (azulejos, columnas,…) con piezas recicladas como los palés, cajas de fruta o una gran mesa de bobina en donde se dejan las botellas solicitadas. El local es muy luminoso gracias a la cantidad de ventanales que tiene (hace esquina), en el que me sorprendieron las espectaculares persianas.

Por información que me ha llegado, el restaurante está prácticamente siempre lleno, en una tarde de domingo de agosto, sin nadie por Madrid, el servicio de comida estuvo prácticamente completo.

La carta de vinos es corta con interesantes propuestas a buen precio, con alguna propuesta mayor que desentona con la imagen del local, nos decantamos por el magnífico ZIRIES, garnacha (90%), tempranillo y cariñena de Bodegas Ziries de los montes de Toledo (vino que descubrimos en TIERRA-Hotel Valdepalacios), aquí a muy buen precio (19 euros). El servicio de vino atento y correcto. Copas normales.

Servicio de sala joven y muy atento, que pretenden agradar en todo momento con un trato muy informal pero profesional, la comanda fue diseñada y dirigida según nuestras ideas. Hay ciertos detalles por pulir si lo que se quiere es un local de aspiraciones (cambios de platos y cubiertos, en platos para compartir no se sirven cubiertos para repartir, etc…). La carta ofrece la posibilidad de elegir platos en formato de media razón (sinceramente con cantidades de ración completa o casi), lo que permitió conocer la cocina de BACIRA en gran medida.

Como aperitivos unas intrascendentes patatas arrugadas, que ni eran papas ni arrugadas. Indigno de lo que ofrece este restaurante y fuera de lugar.

Comenzamos con “anguila ahumada con ricota, tomates secos, brotes tiernos y quinoa crispy” (media ración), excelente presentación, el primer bocado (en los laterales) muy soso pero el resto impresionante, puro sabor, el tomate seco fortalecía el conjunto.

Fuera de carta “niguiri de atun marinado en soja con salsa romescu” (2 unidades). Propuesta sobresaliente en el que el único pero es que no se nos ofreciese palillos, no los pedimos es cierto (posteriormente para otras propuestas si se nos ofrecieron). Muy buena propuesta en el que la picante salsa romescu mejora el niguiri.

Continuamos con el “tiradito con tobiko, brotes, cortezas y yuzu” (media ración) la vieira buena, la corteza era un acierto y la salsa a base de yuzu con un picante no excesito pero interesante. También muy bien.

Fuera de carta “usuzukuri de chicharro con salsa ponzu”, un plato redondo en donde producto, técnica y tratamiento se combinan a la perfección. Muy bueno y recomendable.

Para rematar, un falso risotto, el “risoteo de setas con jamón”, pasta elaborado en forma de arroz muy bueno y con una potencia de sabor deslumbrante. Otro acierto.

Para rematar, probamos dos postres (nos pasamos lo reconozco), un extraordinario “chocolate al cubo”, y “nuestra versión del Drácula”, que me llamo menos la atención.

Restaurante informal, con gusto, personal agradable, buen producto, mejor técnica y a muy buen precio: hay que ir sí o sí.

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