Hacia no demasiado que habíamos tenido cata en Rías Gallegas y lo de volver en un plazo tan corto no es habitual. El propósito era claro, enfrentarnos a un bicho marino, telúrico y consistente al que buena parte de los veremeros no se habían enfrentado: la lamprea. Alejandro nos preparó un menú excelente donde el protagonismo -casi absoluto- lo tuvo la lamprea una elaboración con receta familiar con cierto parecido a la lamprea a la bordelesa. Hay sangre, hay vino tinto, hay arroz... y un bicho feo, de intenso y peculiar sabor que no deja a nadie indiferente. Comenzamos bien, champagne a mansalva (Baron Fuente millesime 2006) y un plato formado por 2 espectaculares almejas y una buena ostra galleja. Seguimos con un platito que incluía la impagable empanada de bonito de Rías, una excelente croqueta de espinacas y un rico buñuelo de bacalao. Ya empezaba a estar el cuerpo entonado cuando aparece un magnífico mar-y-montaña; vieira, papada y crema de garbanzos con foie. Todo muy bueno pero esa crema de garbanzos tiene magia. Hay que probarla. Alejandro no parecía dispuesto a relajarse así que siguió con un maravilloso plato, de esos que por la sencillez y la materia prima son garantía de éxito: huevo, puré de patatas y una trufa negra que esgrimía Alejandro con el rallador y que ante cada uno de nosotros rallaba generando un profundo y seductor aroma en la sala. Yo casi me daba por cenado, pero claro, quedaba el plato estrella una lamprea estilo Arbo. Un plato de esos que te dejan sin calificativos, no sabe a pescado, parece un engendro salido de las profundidades de la tierra, con ese cartílago crujiente, con esas huevas de textura terrosa.... indescriptible. Maridado, muy acertadamente, con un Pintia 2010, que estuvo perfectamente en su sitio con el plato si bien las algunas volubles almas veremeras volvieron al champagne... inocentes!!!Ya cerca del K.O. llega el postre, Caña de crema (un clásico, tremendamente adictivo), un delicioso mantecado de castañas y un helado (para rebajar). Café y andando a casita, peleando con la lamprea que como si fuera un Alien parecía querer tomar el mando. Impresionante experiencia que yo casi recomendaría para comer antes que para cenar. Agradecer a Alejandro el cariño y la disposición que siempre que le hacemos una propuesta muestra. A la salida ... silencio reverencial. La lamprea, uou!