Juntar una buena cocina (Alejandro), un buen servicio en sala (Raquel), y una cata ciega (copa negra) llevada por María (ex-añadas de España) es un lujo que tuvimos vísperas de Madrid Fusión, de donde se traerían poco después el meritorio 2º puesto.
Cinco para disfrutar en el apartado privado del pequeño ático del local con servicio exclusivo. Iniciamos con cerveza Marzen en su propia copa lo que es muy de agradecer.
Servicio de panes a destacar los de amapola y de masa madre.
Arzuaga, un buen aceite de Toledo de la variedad cornicabra y Calvestra de la variedad piñonera, para comparar.
A elegir sales Maldon, de manzanilla pastrana y de algas.
Arrancamos la fiesta con una ensalada y unos aperitivos: bocabits de bacalao, ampanadilla de pisto, cucurucho (barquillo tostadito) con ensaladilla, huevo trufado. Todos ellos de alto nivel.
La compañía de cata ciega resultó ser un rosado piel de cebolla: Rosae Arzuaga 2013.
Una remolacha con esferificaciones de queso al romero, arenque, avellanas, trufa y ajo negro. Buena estructura y bien integrados los elementos.
Se maridó con un blanco de difícil acierto (uva Pensal) con barrica: Lanius Barrica de bonito color amarillo y reflejos dorados invisibles en copa negra.
Seguimos con una yema con berenjena, encurtidos y mojama. Para mí el mejor plato en presentación, sabores y sensaciones sobre la base de la yema de huevo deshidratada con sal.
Difícil combinación con medio gin tónic hecho con una ginebra, Jinzu, que lleva sake de manzana roja.
El primer plato, un foie de hígado de rape terminado en mole, infinitamente más fácil de tomar que el de la anterior vez. La compañía ciega acertada la uva garnacha blanca, resultó ser Dido
Para el segundo plato, el arroz de col y bacalao; con morcilla blanca, careta y espárragos verdes con buenas sensaciones, punto de arroz al dente y que se combinó con un goloso tinto que se destapó a posteriori: Moma.
El postre: calabaza asada, sésamo y piñones con chocolate y combinado con un tequila reposado Milagro de muy buena calidad, poco alcohólico y traido en mano desde México por un familiar de un cocinero. Gran rareza.
Unos cafés finales para comentar los momentos vividos.
Además a mí me ha parecido una gran evolución en la cocina en pocos meses.