Tratando de buscar un restaurante donde cenar en nuestra primera noche en Amboise, una de las más bellas poblaciones que jalonan la ribera del Loira a su paso por la comarca de Tours, no topamos con este local que desde fuera transmitía buenas sensaciones. Sin pensárnoslo mucho, entramos dentro y enseguida nos acomodaron en una de las pocas mesas que les quedaban libres. El interior resultaba bastante agradable, eso sí, como suele ser habitual en los bistrot franceses, las mesas se hallaban muy próximas entre sí y las sillas no resultan demasiado cómodas. Tras echar un vistazo a la carta nos decidimos por uno de sus menús, en el que por 23€ nos sirvieron lo siguiente:

- Crema de queso de cabra con coulis de frambuesa: se trataba de una crema bastante insulsa de queso acompañada de una salsa de frutos rojos que me dejó indiferente. Mal comienzo.

- Chuleta de cerdo a la miel con puré de patatas: abundante ración de una preparación muy resultona. Plato agradable y correcto.

- Coulant de chocolate: raro es el restaurante francés donde este plato tan emblemático de la gastronomía gala no llegue al aprobado. Lo encontrado aquí no fue una excepción. Lo mejor de la cena, sin duda.

El apartado vinícola también flojeaba, pues su carta era bastante reducida, si bien no faltaba alguna referencia local de interés. El primer vino solicitado se les había terminado, ofreciéndonos como alternativa un Domaine Les Chesnaies Chinon Cuvée Marie 2010 (32€), un cabernet franc de cultivo biodinámico que no fue mala propuesta.

Terminamos la cena con un par de correctos cafés y con la impresión de que el instinto de búsqueda esta vez nos había fallado. Tras salir a la calle nos dimos un paseo por las calles del pueblo, sin que la metedura de pata enturbiara la agradable sensación que uno tiene cuando acaba de estrenar unas vacaciones.