Restaurante Leopold en Lisboa
Restaurante Leopold
País:
Portugal
Localidad:
Cód. Postal:

Añadir tipo de cocina

Vino por copas:
Precio desde:
23,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
29 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.5
Comida COMIDA
7.8
Precio medio entorno ENTORNO
8.5
RCP CALIDAD-PRECIO
9.3
Opiniones de Leopold
OPINIONES
2

Insisto, gracias.
Reconozco que soy caro de ver por Verema, pero cuando descubres una joya como Leopold, te ves en la necesidad de compartirlo con quien sabes que sabrá aprecirlo.

No voy a describir ni el local, ni a sus propietarios ni su filosofía porqué lo ha plasmado Mtejido2000 perfectamente en su comentario y yo no lo haría mejor.
Sí me gustaría resaltar la dificultad añadida que supone no tener salida de humos en el local, lo cual significa no disponer de fogones, plancha, parrilla ni nada que se le parezca.

Un termostato para cociones al vacío a baja temperatura, un soplete y un mini horno son sus únicos medios de coción.

Éramos 6 personas y le pedí si sería posible que nos hiciera un menú degustación a lo que accedieron sin ningún problema. Sólo le pusimos una condición unánime: que ningún plato llevara cilantro.

Es uno de los pocos lugares donde no te encasquetan el "aperitivo trampa".

Han pasado ya unos días y no recuerdo con exactitud los platos que nos sirvieron pero todo a un ran nivel.
Gustó mucho el huevo a baja temperatura, ¿quizás corregido tras el comentario de Mtejido? Pero sugiero servir una unidad a cada comensal porqué es un plato difícil de compartir.

Como último entrante y como primer plato principal había bacalao y como el "tocahuevos" del amigo Paco no tolera este pescado, Tiago le hizo unas verduras muy bien preparadas y presentadas, con trampanojo incluído, unos garbanzos que no eran.
El bacalao extraordinario. Nada que ver con el bacalao sobrecocinado y lleno de espinas nadando en aceite que ofrecen otros restaurantes.

Lo mejor de la cena estaba por llegar: Carne de las Azores con gelé de soja y más cosas que no logro recordar. Alucinante.
La carne cocinada en el termostato y el mallard conseguido a base de soplete. Genial.

Terminamos con unas yemas semicuradas con higos caramelizados. Buen postre.

Café y agradable charla con Tiago y Ana, que sirvió entre otras cosas para aclarar que no ha trabajado en Mugaritz.

Pedimos la cuenta y sorpresa: no nos cobraron uno de los platos, por un fallo en la ejecución del que ninguno de nosotros se percató, todo por culpa del traicionero sifón.
A la salida, felicitaciones de todos, incluída mi mujer por la recomendación.

Bebimos agua, unas cervezas artesanas y vino tinto que gustó a todos y del que no puedo dar detalles. Tengo que decir que fue la única vez durante estos días que nos sirvieron el vino tinto a la temperatura correcta y no necesitamos cubitera.

Leopold es un lugar especial llevado por gente especial que le pone ganas, quieren gustar y a fe que lo están consiguiendo.

P.D. Merengues y atléticos, si os pasáis por Verema y leéis ésto y además aprovecháis la final de Champions para hacer el turista por Lisboa, no dejéis la oportunidad de comer en Leopold. Unos para rehaceros de la derrota y los otros para celebrar la victoria.

Imagínense un paseo por Lisboa, desde la fastuosa Avenida Liberdade hasta las colinas más desvaídas y canallas de la ciudad, perdiéndose por angostas callejas y deleitándose con el ambiente decadente y la arquitectura mortecina, fiel reflejo de tiempos mejores. Imaginen el fado, el olor a sardinas a la brasa y el ceño adusto de las viejas portuguesas cuando dos extranjeros osan pasear esas calles ruinosas que parecen detenidas en el tiempo.

En estas andábamos Bea y yo cuando, en ruta hacia el Castillo de San Jorge, nos topamos con un pequeño restaurante en el que alcanzamos ver a un chef joven afanándose en la presentación de un platillo pinzas en mano, con un método y oficio radicalmente distinto a todo lo visto hasta ese momento en nuestro periplo lisboeta. Nos quedamos con la copla y a la hora de la cena, nos presentamos en este restaurante Leopold a ver lo que se cocía... empezamos:

Ambiente: ubicado en el barrio llamado Mouraria, en un enclave turístico (en una de las rutas de subida hacia el Castillo de San Jorge) aunque ciertamente recogido, se encuentra el local. Apenas 7 metros cuadrados en total, la mitad cocina vista y la mitad sala: cuatro mesas. Pulcritud, blancura absoluta y desnudez como rasgos decorativos. Mesas sin mantel, copas para el agua, vasos para el vino y vajilla personalizada deliciosamente rococó. Muy curioso y agradable todo, buenas sensaciones.

Comida: carta escueta, con 5 entrantes, 4 principales y un par de postres. Están en rodaje y quieren configurar sus especialidades en función de los gustos de la clientela, a través del ensayo-error. Nuestra comanda fue la siguiente:

Entrantes:
- Ensalada de arroz inflado, conserva de sardina y encurtidos caseros: el plato se monta a la vista como si de un milhojas se tratase: capa de sardina, arroz inflado, sardina, arroz inflado y la cebolla roja encurtida como remate. Buena la conserva de sardina y deliciosa la cebolla encurtida, con toques anisados y dulzones. No cuaja sin embargo la conjunción de estos ingredientes con el exceso de arroz inflado, y además se detecta una exasperante falta de "gracia" en el platillo: la cosa se debiera enmendar ya sea mediante algún tipo de aliño o con una mayor presencia de encurtidos. Fiasco inicial. Un 5.
- Huevo cremoso con cogumelos: huevo cocinado a baja temperatura con setas portuguesas ligeramente escalfadas y trigo sarraceno. Los cogumelos sublimes, con todo su sabor fúngico perfectamente preservado a través de una cocción mínima; el huevo cocinado con rigor academicista, perfecto de punto sápido y de cremosidad y el trigo sarraceno... difícil, para qué nos vamos a engañar. Se abusa de este ingrediente y el plato se resiente sobre todo en lo referido a textura, excesivamente harinosa para nuestro gusto. Un 6,5 pero mejorando.

En este punto, y dado que nos confesamos auténticos freaks gastronómicos amantes de los huevos cocidos a 63º, la simpática y profesional Ana Cachaço (jefa de sala, sumiller y camarera en Leopold) nos presenta al Chef Tiago Feio, quien nos comenta que trabajó en Mugaritz. Viendo su método y pulcritud, desde luego que la cosa nos cuadra.

Principales:
- Alheira de caza con tapioca de vino tinto: la alheira es una especie de embutido portugués con carne, pan, aceite ajo y pimentón. En este caso la carne es caza (jabalí, perdiz y venado) desmigada y mezclada con la farsa mencionada; se sirve sobre una dulce y ligeramente acidulada sopa caliente de tapioca y vino tinto. A nivel visual el plato no es gran cosa -la alheira tiene aspecto de puré grumoso más bien- pero en boca resulta magnífico. Sabroso y bien conjuntado, se perciben los matices de cada ingrediente y el plato, ahora si, funciona a la perfección de forma global. Un 7,5.
- Escabeche de bacalao: una revisión del pez fetiche de los portugueses. Un buen lomo de bacalao cocinado al vacío durante 23 minutos a una temperatura controlada de 63º que se acompaña de cebollita y zanahoria encurtida. Sencillo pero magnífico; los encurtidos sublimes, el bacalao de calidad y cocinado con perfección milimétrica (tersura y sabor de unas lascas que salían solas) y el escabechado francamente sutil. Lo mejor de la noche. Un 9.

No hubo postre ya que nos reservamos para una heladería italiana a la que Bea le había echado el ojo; no obstante, lo que pudimos ver de esta parcela en las otras mesas pintaba muy bien.

Hasta aquí la experiencia culinaria; aparte, es necesario destacar el servicio que nos brindó Ana, detallista y agradable como pocas. Explicación de cada plato (en españo-portu-english), cambio de cubierto con cada servicio, vino dado a probar, cambio de vasos, atención constante al agua... puede parecer fácil con solo cuatro mesas pero doy fe de que no lo es. De 10 en esta parcela.

Dado que no hay servicio de pan ni aperitivo (y que no se cobra nada en concepto de cubierto o similares), el total pagado por lo descrito más 2 copitas de Blanco de Setúbal, 1 de Tinto del Douro (ambos francamente buenos) y una botella de agua fue de 46 euros. Con un IVA del 23% incluído, solo cabe decir que la RCP es excelente. Invitaron a los cafés (nespresso, muy buenos).

- Lo mejor: el entorno (a nosotros nos pareció extraordinario, con un gran encanto) y el servicio. También el platillo de bacalao.
- Lo peor: aunque la cocina apunta muy buenas maneras, se nota que aun le falta rodaje. Además... no había pan!

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