Restaurante El Almacén en Valencia
Restaurante El Almacén
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:
Vino por copas:
Precio desde:
19,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
21 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.0
Comida COMIDA
6.3
Precio medio entorno ENTORNO
6.3
RCP CALIDAD-PRECIO
7.0
Opiniones de El Almacén
OPINIONES
3

Primera visita a este restaurante situado en el barrio de moda de Valencia, el barrio de Ruzafa. Aprovechando que queríamos ver las maravillosas luces de las fallas de este barrio, probablemente el más fallero y con mejor ambiente en estas fechas de toda la ciudad, y buscando un sitio para una cena informal sin demasiadas pretensiones al final mi pareja y yo terminamos en este local. En cuanto a la decoración se trata del típico restaurante "moderno" y cosmopolita muy en boga últimamente, especialmente en este barrio, donde prima lo minimalista y se aprovecha el espacio al máximo (esto quiere decir demasiada cercanía de las mesas para mi gusto) pero que a la vez resulta un sitio acogedor donde uno se siente a gusto aunque, todo sea dicho, un poco más de luz no vendría mal, sobre todo a la hora de poder leer la carta sin dejarse las pupilas en el intento. En cuanto a la oferta gastronómica pude observar que sin ser demasiado amplia si que contenía alguna propuesta original e interesante. Nosotros, puesto que no teníamos mucha hambre y que como ya he dicho se trataba de una cena informal y sin muchas pretensiones nos decantamos por pedir cosas al centro para compartir, y esto fue lo que elegimos:

- Samosa de morcilla con habitas caramelizadas. La pasta de la samosa estaba muy crujiente y muy bueno el relleno, aunque solo notabas la morcilla pues las habitas aún las estoy buscando.

- Ceviche de Corvina. Creo que el mejor plato de todos con diferencia. Reconozco que desde que probé el ceviche la primera vez me convertí en un fiel adepto de este plato que pido siempre que tengo ocasión. Pues bien, este me gustó mucho más que el último que probé pues en este caso se notaba de forma más clara la acidez de los cítricos y sobre todo porque tenia un puntito picante que a mi me encantó.

- Gofre de patatas bravas. Se trataba de un gofre típico, al parecer casero, al que habían puesto por encima el resultante de triturar las patatas hasta hacerlas como puré y por encima llevaba la típica salsa de ajoaceite y un poco de salsa brava. La verdad es que fue un plato que pasó por la mesa sin destacar demasiado.

- Croquetas liquidas de maíz. Se trataba de unas croquetas perfectamente esféricas, con una textura crujiente y perfecta y que al morderlas soltaban el liquido de la salsa de maíz que contenían en su interior. El relleno me recordó mucho a la crema pastelera con la que se rellenan muchas tartas y pasteles, tanto por su textura, aunque algo más liquida, como por su acentuado dulzor. Así pues el resultado eran unas croquetas originales, crujientes por fuera y liquidas por dentro y de sabor un tanto dulce.
En cuanto a la bebida tomamos un par de cervezas Alhambra y perdonamos el postre pues queríamos probar, como más tarde hicimos, los típicos churros habituales de estas fechas falleras (si ya sé que lo verdaderamente típico en Fallas son los buñuelos pero yo es que soy más de churros que le vamos a hacer), que con el fresquito de esa hora de la noche la verdad es que nos vinieron fenomenal.
Así pues y como conclusión se trata de un sitio adecuado para una cena informal sin muchas pretensiones, con una relación CP bastante acertada aunque las raciones sean un poco escasas, pero que teniendo en cuenta la enorme oferta hostelera y gastronómica del barrio en el que se encuentra, no aporta demasiadas cosas diferentes pasando a ser un sitio más pero sin pena ni gloria y que si lo que se busca es un buen sitio para una cena de mayor calado existen otros muchos sitios en Ruzafa más adecuados.

Sorprende este joven cocinero por su deliciosa interpretación de algunos platos tradicionales.

Grata experiencia culinaria, en un entorno modesto y agradable.

Hay que volver.

Continuando nuestro concienzudo estudio de campo del universo gastronómico de Ruzafa, y más en concreto de la C/ Sueca, encontramos en ella este pequeño y cuco local del que nos atrajo la sugerente leyenda de su rótulo: “El Almacén. Nueva cocina rústica”.

Decorado con buen gusto y pocos recursos, como se estila en este barrio en constante ebullición intelectual. Tubos industriales, lámparas de pescador, cajas de frutas, rejillas de gallinero, telas de saco de garbanzos… juegan entre ellas conformando un conjunto muy agradable. Estilo… ¿rústico new age?

Las sillas y mesas pecan de estrechez, ganando en ambientillo pero perdiendo en intimidad y comodidad.

Sonó durante toda la comida una música de fondo en volumen medio-alto de Rita Lee, “Bossa'n Beatles”… Qué buen rollito.

Era sábado a mediodía y estábamos solos. Es curioso, habíamos intentado reservar tres veces en finde por la noche y nos fue imposible. Cosas de este barrio.

En cuanto a su cocina, pues se autodefinen bien, con salero, con ese “Nueva cocina rústica”. Sencilla, con referencias tradicionales actualizadas, aire mediterráneo y alguna incorporación foránea.

Había un menú de mediodía muy sugerente, por 13,50€, y a él nos encomendamos.

Se trataba de tres entrantes y un segundo a elegir entre tres (carne, pescado y arroz). Los entrantes iban servidos todos juntos en una graciosa fuente, individual. Y los segundos, elegimos uno cada uno y compartimos.

Así quedó la cosa:

Crema de calabaza asada.
Roast beef con rúcula aliñada.
Empanadilla frita de salmón y maíz.
Arroz negro con alcachofitas.
Entraña con patatas y chimichurri.
Mousse de fresas con bizcochito de coco.

Correcto, comimos muy correcto. Cantidades suficientes y elaboración sencilla pero con toquecillo. Casi todo rico, quizás la entraña, con esa difícil textura (no olvidemos que es un músculo)... No habían retirado la membrana de ninguna de las dos caras, yo lo hubiera presentado con la de arriba limpia.

Y en cuanto a los vinos, carta escueta y unas cuantas referencias de vinos por copas apuntadas en una pizarra (siete u ocho). Nos aprovechamos de ello y tomamos una copita de blanco alicantino, el resultón y regular Enrique Mendoza Chardonnay 2013, y una de tinto de Alfredo Maestro, El Marciano 2012, una garnacha de Gredos bien trabajada. Les calificaría con mejor nota en este aspecto si no fuera por un detalle que odio: trajeron a la mesa las copas ya servidas. ¡Qué poco cuesta servirlas delante del comensal, hombre!

Pues eso, que muy a gustito, volveremos alguna noche a imbuirnos de ese ambientillo tan ruzafeño que impregna el local…

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