Restaurante de cocina tradicional castellana donde destacan sus carnes. Local clásico, de tipo taberna con magníficos cuadros de Horacio Silva. Hacía tiempo que no lo visitaba, y la sorpresa fue bastante negativa. La carta de platos no ha variado, pero sus precios se han actualizado, y no precisamente a la situación económica actual, y ello agravado por la caída de su calidad. Pedimos de primeros para compartir: tronco de bonito escabechado (12,50€), que resulto insulso, obligándonos a tirar de la salsa (mahonesa con algo más), ración abundante eso si, posteriormente dos croquetas de puchero con jamón ibérico (5€)equivalentes a tres cada una de ellas; de nuevo plato insulso y poco atractivo un ni fu ni fa que decimos por aquí. De carne 1Kg. de buey a la piedra (54,00€), lo mejor de la comida, sabrosa, en su punto y tierna. Nos propusieron acompañar la carne con algo verde o patatas, optamos por lo verde y nos sacaron lechuga aliñada (5,11€), de postre tarta tatín, nada destacable (5,50€).
Respecto al vino la caída es espectacular, la cuidada carta anterior ha desaparecido, y de ella quedan tres folios donde predominan las referencias de alta gama (restos de la anterior?) y brillan por su ausencia los vinos que calificaríamos de normales. Fallaron dos referencias de los pocos que podíamos elegir.
Servicio en sala atento y correcto.
En fin, un restaurante venido a menos. Una pena.
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