Local de tapas cuya inspiración es como su nombre indica una sala de despiece de un matadero, pero que nadie se asuste, eestamos ante un local agradable, nada frío o crudo, donde podemos coger los cubiertos de las cestas colgadas de ganchos de despiece, comer en placas de muestras y otros detalles curiosos.
El local es estrecho, comiendo en barras con algunos taburetes que pueden estar muy disputados (como sugerencia, se echan de menos mas colgadores para ropa y bolsos).
Servicio extraordinariamente amable y una carta resultona, en cuanto a vinos referencias variadas con alguna cosa destacable.
Sobre la cena, aquí va el desglose para dos personas:
- Navajas en papillote al whisky (7'5€): Quizás lo mas flojo de la noche, si bien la materia prima era buena, quedaba totalmente muerta bajo la fuerza del whisky.
- Ceviche de corvina (10€): Acompañado de leche de tigre, fino y bien condimentado.
- Tartar de solomillo (10€): Excelente, quizás algo escaso.
- Huevos Rossini (8€): Tanto los huevos como el foie en su perfecto punto, un acierto.
- Burrata (13€): 300 gramos de una burrata excelente, el remate de la cena.
- Servicio de pan (1'80€)
Para beber 2 copas de blanco, Honey Moon (2'5 €) y Viore (2 €)
Esperamos repetir, nos quedamos con ganas de probar otras cosas de la carta, y desde luego salimos satisfechos.
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