Después de haber leído las críticas por varias páginas de internet congregué a dos amigos y allá que nos fuimos a probarlo.
Lo primero que no me gusto nada fue tener que esperar más de 2 horas para tener una mesa. Resulta que aquí no reservan mesa previamente, así que a las 9 nos plantamos allí y había una larga cola en la puerta, dimos nuestro nombre y fuimos a tomarnos una copa de vino para sobrellevar la espera. A las 23:00 nos llamaron.
El local es muy pequeño y muy ruidoso, de hecho no me pareció nada limpio. Muy caótico.
Pedimos:
- Gyozas. Totalmente básicas. Buenas y punto.
- Takoyaki de pulpo. El pulpo estaba muy duro.
- Yakisoba con pollo. Bueno sin más.
- Niguiris de caballa. Sin comentarios... El arroz no tenía ni el sabor ni la textura que tiene que tener, el pescado un poco pasado.
- El tartar de salmón y aguacate. Muy rico, sinceramente lo único que me gustó.
Para beber pedimos una botella de vino de Utiel-Requena y una botella de agua.
Salimos a 18 euros por persona, nada mal si la comida hubiese estado buena.