Buen restaurante no turístico

Restaurante situado en un plaza muy tranquila bastante cerca de la Grand Place (a unos 5 minutos andando). Parece mentira que estando tan cerca, el ambiente sea tan poco turístico. Típica brasserie pero con ambiente más moderno: decoración minimalista, iluminación escasa y música ambiente muy agradable y sin molestar. Eso sí, muchas mesas y sin apenas espacio entre ellas. Menos mal que no se llenó el local y pude disfrutar de la cena sin apenas bullicio. Servicio amable y bastante eficiente.

Carta bastante larga con platos tradicionales de la cocina francesa y belga. Precios muy atractivos en general.

Como atención de la casa, un panecillo recién hecho con la omnipresente mantequilla semi-salada.

Cena para una persona:

- Oeuf poché, épinards et mousseline: Una espinacas muy frescas y ligeramente salteadas con un huevo escalfado y una salsa cremosa “mousselina” (elaborada con mantequilla, harina y huevos básicamente). Pues plato sencillo pero de impecable elaboración y presentación. La salsa suave y ligera; de rechupete.

- Carbonnade à la flamande: Tradicional estofado de ternera elaborado a fuego lento con cerveza negra y cebollas. Carne sabrosa y bastante melosa con una magnífica salsa resultado del guiso, a la que se añade posteriormente azúcar moreno, mostaza de Dijon y vinagre de vino blanco para dar un toque agridulce muy agradable. Pleno acierto al elegir este clásico belga. De acompañamiento, unas patatitas cocidas muy buenas también.

- Crêpes flambées à la Mandarine Napoléon: Dos crépes flambeados con el clásico licor elaborado básicamente con cognac viejo y mandarinas. Me gustó el sabor agridulce de la salsa que acompañaba a los crépes, aunque me resultó demasiado fuerte (quizás no se quemó lo suficiente el alcohol).

En cuanto al servicio del vino, carta bastante cortita con apenas tres decenas de vinos franceses. Precios aparentemente relajados. Los vinos en una cava climatizada tras un enorme panel de cristal. Servicio bastante esmerado por lo que pude ver en otras mesas, aunque como suele ser habitual, copas mediocres. No me decidí a pedir puesto que me interesó más la oferta de cervezas, no por su longitud sino por su calidad. Tomé dos cervezas de abadía Grimbergen Goud 8º Doreé con mucho carácter que me supieron a gloria durante la cena.

Precio total: 53€ (incluidas tasas, servicio y las cervezas a 5€ cada una)

Nota: El precio por persona indicado es lo que estimo que costaría comer en este local con tasas y servicio incluidos y sin bebidas

  1. #1

    Kintiman

    Si es que pedir vino en Bélgica es tontería, cerveza, cerveza y mas cerveza ;-)

  2. #2

    Fer B.

    Bien buena debía estar esa cerveza. No la he visto por aquí comercializada. Debe ser cosa de la distribuidora de Grimbergen en Spain.

    El otro día encontré en una tienda una Dorée Goud de Chimay que catamos y estaba de llorar de emoción, así que si esta no le anduvo a la zaga... bien estaría.

    Enhorabuena por el comentario. Sigues siendo el mejor ministro de exteriores veremero.

    Un saludo!

  3. #3

    lsierrar

    en respuesta a Fer B.
    Ver mensaje de Fer B.

    Voy a intentar comprarla aquí en Madrid. Cerca de mi casa hay una tienda que sólo vende cervezas belgas. A ver si hay suerte
    Saludos

  4. #4

    Nacho_G.F.

    Me sumo a la felicitación de Fer B, da gusto ir dirigido por ti cuando vas por Europa, del de Milán salí encantado.

  5. #5

    lsierrar

    en respuesta a Nacho_G.F.
    Ver mensaje de Nacho_G.F.

    Muchas gracias. Siempre es un placer saber que contar nuestras experiencias no caen en saco roto.

    Saludos

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