Aunque está ubicado en la localidad de Zeberio, realmente está justo encima de Ugao-Miraballes, localidad cercana a la nuestra pero ya inmersa en Bizkaia.
Hay que subir una buena cuesta para acceder pero una vez allí las vistas merecen la pena. Lo digo porque también he estado de día, de noche todos los gatos sabemos de que color son.
Dos amigas nuestras que trabajaban en un restaurante de nuestro pueblo hace ya un tiempo que decidieron cambiar y no se han arrepentido.
Un caserío muy bien arreglado, con una zona más tipo sidrería, con sus "kupelas", que no son otra cosas que las enormes barricas donde se guarda un manjar denominado sidra y de las que puedes tomar todo lo que te apetezca, lo que el cuerpo aguante.
Buenas mesas, correcta su vestimenta y buen espacio entre ellas.
Ni miramos la carta, le preguntamos a Amaia directamente que es lo que nos aconseja y a ello vamos.
Hongos a la brasa con virutas de jamón y un par de yemas de huevo de caserío una estupenda ración de esta seta que está en su mejor momento. Riquísimos, las yemas de ese color que algunos tenemos la suerte de ver más a menudo pero que para algunos es algo desconocido. Un color fuerte, naranja y un sabor...... a huevo.
Como siempre, perdemos toda nuestra pobre educación y dejamos el plato listo para sentencia.
Nos sacan una cesta de pan demasiado tentadora, les digo que sólo somos dos pero como dicen ellos, mejor será que sobre que no que falte.
Pulpo a la brasa con patatas la leche que les dieron. Menuda ración. Como para cuatro estaría bien. El pulpo en ese punto que a mi me encanta, un poco "tieso", que hay que masticar un poco más y así disfrutarlo como se merece. Tiene un toque distinto, un toque que la brasa le da. Las patatas en su punto exacto. Saben, siento repetirme, a patata. Tengo que elegir y prefiero dejar unas pocas pues dejar pulpo sería un tremendo pecado.
Todo esto lo íbamos regando con un vino blanco que me ha gustado, un Amizade godello 2011 sabía yo que me sonaba este vino. Mi querido amigo Sergio lo había catado y le había gustado. Pues a nosotros nos ha encantado.
Nariz marcada y mucho, a fruta. En boca deja intuir una cierta dulzura pero también con la correcta acidez que lo hace muy "disfrutable". Ha aguantado estupendamente toda la cena y además, con unas buenas copas Schott y la cubitera simplemente con agua fría, sin hielos, para no exagerar el frío y perder así lo mejor del vino.
Para completar la cena nos han recomendado un Besugo a la brasa aunque este muy salvaje no era, estaba bien rico. El punto ideal de brasa, un toque pero sin secarlo. Además una salsa generosa que permite "regarlo" constantemente para darle más jugosidad aún.
Una pieza de buen tamaño que nos hace culminar una estupenda cena.
Hemos visto en la mesa más cercana como sacaban un par de txuletones que olían a gloria, acompañados de un plato de patatas fritas tamaño "pirámide" y un estupendo plato de pimientos verdes fritos.
Habrá que volver un día a catarlo acompañado del líquido elemento que en toda sagardotegi no puede faltar, la sidra.
Pues una buena cena, con un servicio atento, simpático y amable en un entorno natural. Merece la pena.