Acompañado de un amigo que me recomendó el lugar acudimos entre semana para comer a este restaurante vegetariano, llamado como la dueña (encuentro un poco pendante este hecho, pero bueno...) que se abrió en plena crisis, en el 2011. Su página web, por cierto, es muy completa y con un gran diseño. La comida es sana, ecológica y muy buena.
El local, bastante grande, dispone de varias salas y, sin ser excesivamente lujoso, tiene cierto encanto en el diseño y es bastante acogedor.
Vamos a la comida. Se puede comer a la carta, pero tiene un menú de dos platos por 9,50 euros (sin bebida) que completándolo con postre sale por 13 euros (vale mucho la pena el sobrecoste de 3,50: mucha calidad).
De primero tomé una ensalada de lechuga, tomate, mozzarella con salsa de granada (la fruta). Muy correcta de sabor, no hacía falta añadirle aceite. Ración algo escasa.
De segundo, para llenar un poco la tripa, tomé unos macarrones con crema de leche, queso y salsa de anacardo (no noté el sabor, por cierto) muy ricos, quizá con demasiada cocción pero muy correctos. Ración más que aceptable.
Lo mejor vendría con el postre: una pedazo de pastel de mascarpone (no recuerdo de que más era, pero diría que de zanahoria o algo parecido, en capas blancas y amarronadas) serbido con jarabe de arce y trozos de manzana roja. Exquisito, de potente sabor y generosa ración.
Para beber, no tomamos vino. Una botella de agua a compartir de litro (2.50 eur, precio muy correcto).
Un muy buen sitio, si bien (y más en tiempos de crisis) veo el precio algo subido, sobre todo en la opción sin postre, ya que los platos vegetarianos no suelen tener ingredientes muy caros en grandes cantidades). Con una copa de vino y pan (1 euro aparte) se iría a 16.50 euros, que considero excesivo para un menú de este tipo (por 11-15 euros en Barcelona tienes maravillas de menú; claro que lo ecológico y lo céntrico del lugar se paga).
Hay carta con opciones muy interesantes. Con postre y vino calculo unos 30 eur.