Cantabria se ha convertido en los últimos años en mi destino preferido a la hora escaparse por unos días. En esta ocasión se trataba de huir de las navidades asociadas a las compras, el ajetreo y los centros comerciales, pasando unos días en familia en una casa de turismo rural. El lugar elegido ha sido el habitual desde hace 6 años: Cóbreces, un pequeño y tranquilo pueblo costero situado en las cercanías de Comillas. Uno de los muchos atractivos que tiene esta localidad es tener a tiro de piedra un buen número de establecimientos donde se come de maravilla, así que estando en la zona no había que desaprovechar la oportunidad de pasarse por uno de ellos. Como también nos apetecía quedar con un amigo cántabro buen conocedor de la zona, dejamos en sus manos la elección del local, que finalmente fue Cofiño, un restaurante donde ya había estado hace bastantes años y que me apetecía volver a visitar
Quedamos con Sergio y familia una hora antes de la comida para poder tomar algo tranquilamente en la barra. Casi sin darnos cuenta, entre charla, risas y fotos, nos acabamos una botella de una excelente manzanilla (Orleáns y Borbón), que nos sirvieron acompañada de diferentes quesos y embutidos a modo de tapa. Ya en el comedor las únicas dudas que teníamos era que iban a comer las crías y qué vinos nos beberíamos los adultos, pues el menú lo teníamos claro desde el principio: cocido montañés y chuleta de vaca.
El cocido montañés se sirve en dos partes. Por un lado una cazuela con alubias blancas y berza finamente picada, todo ello unido por el caldo de su cocción, y por otra un plato en la que encontramos chorizo, tocino y dos tipos de morcilla, una más curada que la otra. Elaboración excelente, sin duda el mejor cocido montañés que haya comido nunca, si bien mi experiencia con este tipo de plato es bastante reducida. Ya sólo por este guiso merece la pena desplazarse hasta Cofiño. El precio de la ración es de 7,9€ y la cantidad es suficiente para que una persona quede perfectamente comida.
Para acompañar el cocido pedimos una botella de Domaine du Collier 2010 (28,9€), un magnífico blanco del Loira cuya marcada acidez sirvió de perfecto desengrase. El vino, elegido de una carta que ya quisieran muchos restaurantes de alto copete, fue servido en copas excelentes, y aunque nos ofrecieron una cubitera optamos por dejarlo a temperatura ambiente. No nos duró nada (una pena que cosas tan ricas se acaben tan pronto).
Tras ello nos sacaron para compartir una chuleta de vacuno de 1 kg (27€), servida ya troceada y acompañada de patatas fritas. La carne estaba tierna y tenía buen sabor, superando con creces el aprobado. Para acompañar este plato nos fuimos a los clásicos riojanos, siendo un Viña Albina Gran Reserva 1981 (19,5€) el vino elegido. Nos esperábamos algo más de este tinto, si bien quizás no le prestamos la atención suficiente. En cualquier caso maridó perfectamente con la carne.
Cuando le tocó el turno a los postres ya no teníamos hambre, pero siempre he creído que una comida sin ellos se queda coja, así que a modo testimonial nos pedimos un par de raciones de tarta de hojaldre (3,9€). Llegados a este punto tocaba sacar alguna copa de algún vino generoso, y tras estudiar la carta optamos por un Amontillado Tradición VORS, vino que estaba interesado en adquirir para tener en casa, así que decidimos que lo mejor era comprar una botella (43,9€) y de ella misma servirnos alguna copita para tomarnos en la sobremesa acompañando los cafés. Cuando se está a gusto en un sitio y la compañía es la adecuada el tiempo vuela, así que sin darnos cuenta se nos dieron las seis y pico de la tarde, momento en el que nos despedimos de Sergio y su hija (su pareja al final no pudo acudir a la cita), con el que he podido compartir a lo largo de este año recién acabado muy buenos ratos, que seguro se repetirán en 2014.
Que buena pinta !!! No me extraña que no pudieseis con los postres.. :-)
Un saludo y feliz año
Joan
Cuando vuelvas por Cantabria tienes que visitarlo. Te encontrarás una cocina sencilla, pero muy bien elaborada. Además es el lugar ideal para un amante de los buenos vinos, como es tu caso.
Un saludo y feliz año Joan.
Me hacen gracia los precios. Parecen los del Corte Inglés: 99,99e.
Vamos que lo que se dice una comida "ligerita". Yo cuando me animo con los cocidos (a ver si nos entendemos bien, no con los "cocidos"), suele ser plato único que como bien dices va de sobra.
Veo que al menos el primer vino era un vino elegante, si en el fondo........
Mal anfitrión te has buscado para ir a Cofiño ;-) Qué bien se come y se bebe en esa casa!!
Por cierto, Feliz Año!!
Desde luego que sí, Isacc, pero en Cofiño se hacen las dos cosas muy gustosamente.
A mi con el cocido me habría bastado, ya me conoces. Me atreví con la chuleta para ayudarle a Sergio a acabar con ella. Fue más un acto de solidaridad que otra cosa.
El blanquito del Loira te habría encantado. Estaba a años luz del que tomamos en El Clarete.
Alberto, te ha faltado añadir a "que bien se come y se bebe" la coletilla de "por ese precio". De Sergio qué te voy a contar que no sepas tú ya.
Feliz año para ti también y a ver si nos vemos en febrero.
Tienes toda la razón, bien puntualizado.
Intentare acercarme, ya sabes.
Lo mismo digo amigo!! Qué pena no vivir más cerca!!
Después de leerte ya sí que me voy a cenar, porque esto no se pué aguantá!! ;-)))
Un abrazo!
Para una carnívora como tú ese chuletón de vaca hubiera sido gloria bendita. Por cierto, ¿hay alguna cerveza que haga buen maridaje con la carne roja?
El chuletón lo vimos pasar en nuestra experiencia en Casa Cofiño, pero no teníamos capacidad para todo, por lo que probamos las albóndigas, el bacalao y los quesucos.
Se nos quedó en el tintero el cocido montañés y el chuletón, así que habrá que volver!!
De maridajes de cervezas no entiendo absolutamente nada. Si te pasas por la Sección de Cervezas podrás ver un poco mis gustos que es en lo que me baso fundamentalmente, si me gusta o no me gusta. No obstante, para una comida copiosa de ese tipo tal vez elegiría una Lager que quita más la sed, aunque mis favoritas sean las Ale.
Saludos!!
¿Lager? ¿Ale? Son términos que me suenan, pero que desconozco su significado. Habrá que fijarse en ellos a partir de ahora cuando beba una cerveza. Mi estilo, que no sé en cuál se encuadraría (igual en ninguna), sería una cerveza ligera, con poco cuerpo y que no amargue mucho, es decir, de esas flojas que supongo a los cerveceros no os gustan demasiado. Yo con eso me conformo, aunque eso sí, que este fría a rabiar. Un saludo y a seguir disfrutando.
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