Gran local para una acomodada cocina.

En el antiguo local practicamente enfrente del actual de un tamaño más reducido, la atención personal resultaba excelente, habiendo perdido la misma con el cambio.
El nuevo local llama la atención por su más que correcta presentación y apariencia ostentosa, puesto que una vez dentro reina el desorden entre el servicio.
Lo más aceptable al menos para mi es el lechazo al horno y el milojas de crema; del resto nada.
La ensalada mal cortada y sin prestar atención a como la pidas; servida en cuenco de barro muy ajustado de forma que si la mueves se va sobre la mesa.
La morcilla y el chorizo que antiguamente era un atractivo, al día de hoy no representa nada y con pleno convencimiento de cambio en cuanto a calidad se refiere.
El servicio del vino practicamente no existe.
Cuando hay un número elevado de comensales, la espera entre platos se hace eterna.
Servicio muy ajustado y a toda prisa.
Considero que con el cambio han ganado en amplitud de local pero han perdido en cuanto a calidad y servicio.

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