A pesar de todo, las pizzas siguen estando muy buenas

Domingo luminoso en Madrid y ganas de comer pizza. Después del fiasco de las pizzas argentinas de la semana pasada, decidimos no arriesgar y reservar en Don Lisander... "lo siento estamos completos". Vaya, habrá que activar el "Plan B", o sea KILOMETROS DE PIZZA. Aquí llamamos y nos comentan que ahora tienen dos turnos de comida: a las 13:30 y a las 15:30. Esto de los turnos es una incomodidad pues el primero empieza muy pronto y el segundo muy tarde, y es que la hora española de comer de toda la vida son las dos y media leñe!. Bueno, pues al final nos presentamos a las dos de la tarde, con el compromiso "firmado ante notario" de dejar la mesa antes de las tres y media. Dos adultos y una peque. Nos acomodan enseguida en una mesa amplia y cómoda al lado de las cristaleras que dan a la terraza. Hace unos meses que no veníamos por aquí y resulta que han cambiado la carta, y prácticamente a todo el personal, pues acabamos haciendo buenas migas con el jefe de sala y una de las camareras y ya no está ninguno de los dos.

Nada más sentarnos varios camareros nos preguntan un tanto obsesivamente qué vamos a beber. Pedimos la carta de vinos... "tenemos un ribera y un rioja joven". Sí pero eso no me dice nada, tráeme la carta de vinos por favor. Al poco rato se presenta el presunto encargado: "no tenemos carta de vinos porque la estamos cambiando" (este "rollo" me suena...). Mira, pues si estás cambiando la carta, un domingo que vas a estar a tope de gente, no te cuesta nada imprimir un folio con los vinos que tienes en ese momento y los precios y asunto arreglado. Como queríamos un vino blanco, nos enseña a través del cristal de la nevera (literalmente) un "rueda de la casa que es muy bueno", un albariño que no conocíamos y un Valdrinal de Santa María de 2012, que fue nuestra elección, pues éste ya lo habíamos probado y sabíamos que era buen vino. Aunque el presunto encargado nos dijo que costaba 11 € (seguramente para salir del paso porque no tenía ni idea), acabaron cobrándonos 18 eurazos por la botella... en fin.

Pero la verdad es que con la comida lo arreglaron. Como las pizzas son bastante grandes, pasamos de los entrantes y pedimos directamente tres pizzas "de paso" (el tamaño mínimo pero más que suficiente para una persona). Una "barbacoa" de carne picada, beicon y salsa barbacoa, una "venta" con chorizo y huevos de codorniz y una de "bresaola y rúcula". Las tres estaban extraordinarias, la masa crujiente y perfectamente cocida y bien cargadas de ingredientes. Mención especial para la pizza "venta" de chorizo y huevo, totalmente adictiva. De postre un coulant de chocolate con helado de vainilla a compartir que cumplió su función sin más. A estas alturas de la película ya eran las 15:30, y como Cenicienta, pedimos la cuenta y nos fuimos (aunque no nos pareció que hubiera mesas esperando, pero es que nosotros somos muy cumplidores). El precio 64,75 euros, veintipocos euros por cabeza, no es nada caro. Aunque, es verdad que detectamos una total ausencia de detalles con el cliente: aceitunas reguleras de aperitivo que hubo que reclamar y del tema tejas, bombones, chupitos, etc. ni hablamos (venga, apresúrense, que hay que dejar la mesa libre). Aun así volveremos porque las pizzas están muy ricas y el local, amplio y luminoso, es una pasada; pero que conste en acta que no nos gustó la organización del sistema de turnos ni el servicio, asignaturas pendientes que necesitan mejorar.

  • Sala

    Sala

  • Pizza chorizo y huevo

    Pizza chorizo y huevo

  • Pizza bresaola y rúcula

    Pizza bresaola y rúcula

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