de las pocas estrellas que quedan en la isla...

restaurante que cambió de ubicación hace ya un tiempo, dejando en Sant Llorenç el acojedor molino que ocupaba, ahora se ha trasladado a "Sa Coma", en un hotel de cuatro estrellas,donde conserva su preciada estrella michelin,( por cierto, es el único cocinero mallorquín en toda la historia en obtenerla) espacio mucho más cómodo, tanto para el personal como para los clientes, terraza, bar con terraza para tomar unas copas luego, mesa en la cocina(impresionante, por cierto)... servicio de vino y sala a cargo de uno de los mejores profesionales de la isla, la cocina no desentona con él, y aunque un poco repetitiva( demasiadas espumas, aires y acompañamientos faltos de "texturas") siempre es de una ejecución casi perfecta, con platos sobresalientes, excepto en los postres donde nunca ha sobrepasado el notable.La carta de comida está pensada para que siempre te montes un menú degustación, garantizándose así un gasto mínimo por comensal,(muy buena idea y muy original). Espacio un poco ruidoso cuando está lleno, pero muy cómodo, sillones en las mesas( no en todas), cuberteria, cristaleria, mantelería etc, de alto nivel, bodega muy bien surtida, y a unos precios subiditos, pero dado el servicio buena relación calidad-precio de los mismos. Nos sentaron en la terraza, muy bonita, lo único q desentonó fué que se oía perfectamente a la animadora del hotel. En definitiva, muy buen restaurante con pequeños detalles a pulir...

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