Que este restaurante es caro lo sabe todo el mundo que acude a el.
Lo discutible es su relación calidad/precio.
Sus materias primas son de 1ª (lo cual no es un gran mérito si tenemos en cuenta que los 130 € por cabeza no nos los quita nadie). Lo discutible es si el nivel de creación gastronómica llega a equipararse con su precio. Yo personalmente creo que no. Los platos mejor resueltos son los de poca intervención del cocinero y al finalizar la cena no tuve la sensación de haber asistido a una liturgia gastronómica dirigida por un gran innovador.
Su carta de vinos y espumosos es impresionante. El somelier un tanto "palo", poco flexible aunque domina las referencias de la carta con gran solvencia.
Por cierto, la reforma muy arriesgada y con resultado decepcionante. Más digna de un estand de Casadecor que de un restaurante con aspiraciones de templo gastronómico.
Hacia más de 3 años desde que estuve y pasaran unos pocos hasta que vuelva.
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