Faltaron sonrisas (no estaban en la carta, pero tampoco estaba el aperitivo y lo trajeron). Las copas de vino llevaban el log de la Generalitat (!). Había prisa: retiraban los platos cuando todavía tenías el bocado en la boca. En los postres nos llegó el olor a humo de un cigarrillo. Alguien estaba fumando a pesar de que estabamos en una terraza totalmente cerrada y no había ningún cenicero. Nos dijeron que estaba permitido (eso explicaría lo del logo de las copas), así que nos ayudaron a cambiarnos a la zona de fumadores que estaba vacía.
La comida correcta.
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