Correcto pero... ¿buscamos solo eso?

Nada más entrar en el local ya notas ese ambiente clásico de paredes forradas de madera, camareros con pajarita y trato servicial. Buena disposición de las mesas, cómodas sillas y ambiente neutro, algo frío (para los que piensan que solo el minimalismo es frío).
La carta es escueta, más todavía si se va a cenar, pues abundan los platos de cuchara, demasiado contundentes para la noche. Aun así hay platos con cierto atractivo, como las cintas de sepia con pelota. Otros no están tan acertados, como la ensalada de langostinos al curri, si haces una ensalada de lechuga debe ser de máxima de calidad, si no, cambia de hoja. Respecto a los principales destacaría el bacalao a los dos pulpos, buena cocción y materia prima de calidad media.
Carta de vinos de precios correctos, salvo algún desfase exagerado, copas de calidad media salvo las de cava, que son sencillamente inaceptables para un restaurante con estos precios. Servicio correcto y siempre atentos para llenar las copas.

En líneas generales el restaurante es correcto, tal vez su único fallo sea el no sorprender. Los platos están muy equilibrados pero demasiado homogéneos. Es uno de esos restaurantes en los que, ya desde casa, sabes lo que vas a comer, por ello su clientela fija nunca deja de llenar el restaurante que, tal vez antaño, sí fue innovador.

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