Producto y cocina.

No es tan fácil buscar un restaurante de este tipo en Madrid. La oferta es inmensa, y eso produce agorafobia. Quería encontrar un bistrot/gastrobar/restaurante informal, con buen ambiente, y buen producto, y no más allá de 40-50eur.
[Era la tercera pata de nuestra escapada gastronómica a los madriles: las otras dos ya las conocíamos y creíamos que íbamos sobre seguro: Streetxo –que no defraudó-, y Horcher- que sí defraudó].
Tras muchas dudas- era la pata desconocida-, en la última criba descarté “Triciclo” y elegí éste. El detalle que me hizo tomar esta decisión fue leer el blog del “gourmet y cocinillas” (como le llama José Carlos Capel), Christophe Pais, propietario del local. En la página “noselepuedellamarcocina.blogspot”, encontré antiguos posts, donde un Christophe realmente afanado, relataba sus aventuras y desventuras. Ilusionado, e involucrado por ofrecer lo mejor en su restaurante, haciendo caso de los consejos de clientes, sufriendo de veras por los pequeños (y no tan pequeños) fallos del servicio, o de la cocina…
Ya en el restaurante, el Christophe cibernético se hizo carne. Carne de maitre. Y me pareció tremendamente agotado. Parecía que el stress lo devoraba. La hostelería, dicen, es muy exigente, y se te involucras al máximo puede extenuarte. Al final de la noche, Christophe me habló de su horno especial (no era un josper) de 9.000 eur donde nos cocinaron, con sabor a parrilla, los calçots y los berberechos.
Cenamos extraordinariamente bien en La Bomba Bistrot:
- Ensaladilla rusa: muy buena, por encima de la mayoría que podemos encontrar en Murcia, donde vivo y que tiene la fama de tener las mejores ensaladillas. Hay unas pocas buenas y una legión de mediocres.
- Tortilla de trufa negra: huevos amarillos, fluyentes, y encima, picatostes (costrones), y trufa negra rallada. Simple. Espectacular. Varias texturas (líquida, crujiente) y mucho sabor.
- Berberechos: cocidos en el citado horno, con vino blanco. Buen tamaño, frescura, punto justo de cocción, toque acertado del vino.
- Calçots: los mejores que he probado. Y de las mejores verduras que he probado: duuuuulces, tiernísimos, aroma a brasa. Los habían traído esa mañana de Cataluña, probablemente recogidos el día anterior.
- Butifarra de los Rovira (restaurante Els Casals): gelatinosa, que no grasienta, pero contundente y sustanciosa, con sabor profundo a cerdo. Más pronto que tarde debo visitar de una vez este restaurante, santuario catalán de cocina de producto y de proximidad.
- El pollo asado (“le poulet roti de dimanche”): de carnes prietas (no blandengues; estos pollos caminan y corren), gustosas, bien asadas, con su piel crujiente y su jugo gustoso aportando melosidad.
- Buen postre, la paulova, aunque para mí algo pasado de dulce (soy poco dulcívoro).

Vi pasar a mi lado chuletones irresistibles y cabrachos enteros humeantes. Para la próxima, que será pronto.

[Bebimos cervezas artesanas. Muy buenas]

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