Nueva visita, estábamos por la zona sin saber a donde ir, y acudimos de nuevo a este restaurante que tanto nos gustó la vez anterior.
Sábado noche, dos mesas de 4 contando la nuestra. Josep, el joven dueño, un gran profesional. Nada mas entregarnos las cartas, nos pregunto si nos apetecía tomar algo mientras decidíamos. Fueron tres dobles y un vermouth blanco que acompañó con unos cacahuetes y aceitunas cortesía de la casa.
Nos cantó algunos productos fuera de carta, y decidimos pedir varios platos para compartir al centro.
Clochinas al vapor.- Tiernas, sabrosas, de un buen tamaño a pesar de ser clóchinas.
Tellinas.- Flojitas, les faltaba algo de sabor, quizás un poco mas de aceite o limón. Ración abundante.
Sepia a la plancha.- Muy buena, tierna, pequeña como a mi me gusta.
Fritura variada.- Generosa cantidad de mezcla de pescados (salmonetes, pescadillas, palayas, boquerones y calamares). Fino el rebozado, frescura del pescado, perfecta la cocción.
Nos sirvieron pan tostado con tomate y all i oli aparte para untar.
En el apartado postres, compartimos un couland de chocolate, un mus de chocolate y tarta de naranja. Los postres son la mayoría realizados en el mismo restaurante, es una de sus especialidades. La tarta de naranja para quitarse el sombrero.
Para beber, tomamos un par de botellas de Cullerot, el vino blanco del Celler del Roure, fresco y afrutado, con fermentación en barrica que nos gustó a los 4. El servicio consistió en abrir y servir la primera copa sin dar a catar.
Un café remató la cena.
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