Muchas opciones a elegir para celebrar una onomástica y al final en la balanza decide el plus de "restaurante con vistas", y la decisión se inclina por este local que además de una cocina ya contrastada a pesar de muchos cambios en sala y cocina en los dos últimos años pero manteniendo un buen nivel siempre; tiene unas vistas y un entorno de elegancia que lo convierten en un lugar con valor añadido.
Hay que destacar que el servicio en sala ha ganado siendo actualmente superior a lo que he conocido en visitas anteriores (que no era malo, ni mucho menos).
Comida para seis con dificultad para llegar después de la mascletá porque ni taxi ni bus sino un buen pateo que nos hace llegar pasadas las tres. Local bastante lleno y rápido servicio para acomodarnos cercanos a la cristalera que permite tener una buena panorámica de la ciudad de las ciencias (l´hemisferic) desde el nivel del río.
Posibilidad de menú de festivos y de menú especial de fallas. Al final optamos por tres de cada, pudiendo elegir un segundo que tenía que ser común en el menú elegido (no acabo de ver por qué de la limitación). Varias clases de pan (chapata, fibra, semillas) que se repitieron sin sobrecoste ni el primero ni los siguientes.
Un menú (el festivo) consistió en unos entrantes al centro: jamón de bellota y queso macerado en romero; muy buen jamón y un queso superior bien curado y su punto de romero (en aceite con romero).
Buñuelos de bacalao: buen tamaño, buen bacalao en su punto de sal.
Langostinos en témpura con salsa gourmet: muy buenos, una témpura perfecta y una salsa tipo romescu suave.
De plato principal, de forma obligatoria, común para todos. declinados la fideuá de foie y ceps, así como la de marisco y el arroz meloso de marisco y nos fuimos al arroz meloso de pato y canela; bue punto de cocción (tendencia a poco hecho), buen fondo, no sobra pato, y un toque mínimo de canela sorprendente. Un acierto.
La sección de enfrente de la mesa optó por el menú de fallas. Unos entrantes a compartir: hojaldre de esgarraet con huevas de arenque y mahonesa de mostaza; buena aportación del cocinero en un conjunto conseguido.
Ensalada valenciana con verduras de la huerta; no es lo mio la verdura antes de ser procesada por algún mamífero, pero consigue un plato aceptable.
Canelon de pularda y foie con bechamel de setas: gran sabor, buena presencia; tiene más de segundo que de entrante.
De principal había para elegir: cazuelita de arroz al horno; cazuelita de lomo de ternera, ajetes, huevo y esencia de trufa; la elegida por los tres (de forma obligatoria) la cazuelita de suquet de pescados y mariscos que en realidad resultó que no era suquet (no había caldo que "sucar") pues en realidad era pescado (merluza) rebozado y buenas gambas rojas, todo ello de buen sabor pero que decepcionó porque no era lo pensado.
Para los postres fueron tres del primer menú: brownie con coulis de frutos rojos y helado, un buen contraste entre el chocolate y los frutos rojos con su punto de contraste con el frio del helado.
Los otros tres falleros tuvieron una coca de llanda con naranja, bien en boca aunque menos sabroso que el anterior.
Ambos menús tiene de costo 25€ incluyendo IVA y la primera bebida que en nuestro caso eran el "agua para todos" (como el eslogan político) que después de la caminata para llegar no se quedaron cortas las necesidades de hidratación.
Para beber un bitter sin alcohol (incluido en las bebidas del menú) y empezamos en los entrantes con un blanco Fillaboa, un buen albariño (19€); seguimos para los principales con buen tinto: Dinastía Vivanco reserva (24€). Ambos servidos copa a copa, siempre vigilantes de que la copa estuviera con vino, pero sin agobiar ni llenar copas en exceso para abrir más botellas; como sobró algo de tinto, nos proponen llevarlo para casa pero como íbamos para la noria y al encendido de luces, no era cosa de cargar con el vino, por lo que declinamos su amable oferta.
Un final con 5 buenos cafés (incluidos los descafeinados), la posibilidad de chupitos (se aceptó una mistela) o repetir cafés, algunos servidos en la terraza exterior, sin prisas y con todas las sonrisas.
Dejo para el final un super extra (¡¡atento Aloof a las diferencias de trato con un cliente cualquiera!!). Contactado con el maitre y diciéndole el tema del cumpleaños para buscar la posibilidad de un extra de postre para poner unas velitas, la colaboración fue más que superior. No quiso aprovechar el tema por lo que a uno de los postres (la coca de llanda) la cubrió de chocolate caliente, le añadió una gran decoración con volutas de chocolate y las velitas siendo servida con la presencia de todos los camareros de la sala y con música ambiental.
Ante esta situación y porque se hacia necesario, pero sobre todo por agradecer las deferencias, le solicité acompañarlo de un cava, a lo que me respondió que tenían un cava con el que trabajan habitualmente y que ya había probado, el Bisila brut natute, que aparte de estar bueno, tiene una parte de colaboración de ONG en Africa, lo que me pareció más que bien. Pero aún me sorprendió más cuando me dijo que el cava iba por cuenta de la casa.
¿Se puede pedir más? Que alguien pagara la factura (193€), pero esta vez me tocaba entera para mí. Otra vez será.