Nace fino, elegante, con intensidad y poder. Es embriagador, surgen las plantas medicinales junto a un punto cítrico, algo canalla, porque gusta y engancha, se convierte por el momento, en el catalizador.
Presume de dulzor, de sedosidad, si bien, cuando lo dejas unos días, semanas, es más amargo, con un alma más oscura y contundente, recuerda al Amaro. Hay finas notas de regaliz, naranja escarchada, hierbas medicinales y aromáticas, fondo de caramelo tostado, algo, poco de canela, ajenjo, ajedrea y unos finos y delicados toques de crianza en barrica, que unen y fortalecen el conjunto.
En boca, al inicio se muestra delicado, con cierta suavidad, la acidez se maneja bien, ensalivas, te rechupeteas. Esta todo en armonía, con un buen peso de toque amargo, con un delicado dulzor, tiene longitud, te llena de las sensaciones recibidas en la nariz, hay un cálido alcohol que potencia y amplifica los recuerdos, los alarga y los eleva, manteniendo por un momento la sensación de la cascara de naranja seca.
Al tiempo, muy al tiempo, se afina, gana en elegancia, rotundidad y definición, mascas una nuez, sientes el azúcar quemado, la hierba seca, la manzana asada, muy herbal y floral, la acidez se mitiga o aplaca, sin perder por ello la jugosidad, la sabrosura y ese maravilloso punto amargo. Hay un excelente vino base. Armonía de suavidad e intensidad, gusta y arrebata.
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