La oferta hotelera de cierto nivel en la ciudad de Glasgow se reduce a cuatro o cinco opciones, y sin duda el Hotel du Vin es la más interesante de todas ellas.
Quizá el mayor de sus inconvenientes es que se encuentra a algo más de un kilómetro del centro, pero salvo este detalle, todo lo demás hace que alojarse aquí sea un acierto.
El edificio, que ocupa una gran manzana, se compone de dos casas unidas de estilo neoclásico y está imbuido por esa pátina entre señorial y decadente tan peculiar de muchos establecimientos de Reino Unido; maderas nobles, tarimas que chirrían, chimeneas encendidas, desgastados sofás chester, puertas robustas que pesan una tonelada, techos altos con bonitas molduras, bibliotecas, amplios ventanales, pasillos laberínticos, diferentes escaleras, moquetas, lámparas de araña...
Todas las habitaciones se identifican por el nombre de un vino, nosotros nos alojamos en la "Concha y Toro" y no salimos defraudados. El dormitorio es amplio y luminoso, con una buena cama con sábanas de hilo, diferentes tipos de almohadas, televisión de plasma Bang&Olufsen y una pequeña sala contigua decorada con cuadros de caza y provista de un tresillo y varias mesitas auxiliares. El cuarto de baño es uno de los puntos fuertes, ya que cuenta con una gran bañera, ducha separada con bastante presión de agua, jabón, gel y champú Miller Harris (marca que no conocía pero que huele fenomenal), dos estupendos lavabos, toallas y albornoces.
Si se contrata el desayuno podremos disfrutar de un bufé compuesto por bollería y dulces caseros, fiambres, zumos, fruta, salmón, o bien pedir a la carta unos huevos con salchichas y morcilla, unas tostadas francesas o unos gofres, sin que nada de esto suponga un incremento de precio en el total de la factura.
Disponen de restaurante, basado en una cocina con buena materia prima con preparaciones clásicas y otras que no lo son tanto y cuentan con una completa e interesante carta de vinos relativamente moderada de precio. Buena cubertería y vajilla, cristalería Riedel.
Servicio educado y atento, uniformado con kilt, chaqueta y corbata.
En definitiva, creo que la calidad de sus instalaciones y el trato del personal, hacen que dormir aquí merezca la pena.