Y además a fondo es lo que está necesitando este hotel, de rancio abolengo y desgraciadamente también rancias instalaciones, absolutamente impropias de un hotel con 4*.
Lo mejor es su situación céntrica, al lado de la Iglesia Votiva y muy cerca de la Plaza del Ayuntamiento, a tiro de piedra del centro histórico de la ciudad. He ido varias veces los últimos años por motivos laborales y sus habitaciones están cada vez más envejecidas, completamente pasadas de modo en mobiliario y comodidades, con un aparato de TV enano y antediluviano. El baño es amplio pero con una escasez espartana de adminículos de aseo. ¡Y no pidas una maquinilla de afeitar de usar y tirar porque te la cobran!.
Las zonas comunes están bien dentro de su antigüedad y el desayuno tipo buffet correcto y abundante.
Llegamos tarde de viaje para el horario austriaco, las 11 p.m., y al estar la cocina ya cerrada no nos dieron ni un mal pedazo de pan y queso. Claro que esto imagino no es poco detalle de este hotel sino que debe ser costumbre en muchos países de Europa. Desde luego en España el cansado viajero recibe un trato mejor sea la hora que sea.