Enorme edificio situado junto al complejo de termas, en la entrada del pequeño y tranquilo pueblo de Montbrió del Camp. Instalaciones de gran amplitud y comodidad. Las habitaciones dobles son demasiado austeras, quizá necesitan de un lavado de cara, pero cuentan con lo mínimo exigible en un hotel de este nivel, son luminosas y están bien insonorizadas. Sorprende la gran televisión LCD, en comparación con el tamaño de la habitación, que cuenta con climatización general.

El desayuno es un amplio y completo buffet, con opciones tanto dulces como saladas y una calidad bastante aceptable. El menú del restaurante (30 euros) no nos pareció del todo mal, aunque no pasaba del típico "menú de hotel". Pero lo mejor sin duda son las instalaciones termales, un complejo amplio, con todo tipo de piscinas y accesorios, perfectamente ambientados en un circuito muy atractivo. Para pasar una semanita y olvidarse de la ciudad. La piscina exterior con barra y terraza es igualmente amplia y relajante. Quizá lo único malo es que no vimos comunicación directa entre hotel y termas, con lo que se veía salir mucho albornoz por los ascensores y según con quien te cruces, la vista puede ser agradable o no…

Pues lo cierto es que tanto el pueblo, como la zona y por supuesto el Hotel nos parecieron un lugar para estar algún día más y disfrutar tanto del paisaje como de las instalaciones termales, que son modélicas. Pero probablemente los fines de semana estén a tope, con lo cual el disfrute no será el mismo. En cualquier caso, hotel más que recomendable.

Hotel para disfrutar de sus baños termales, a eso vamos algunas veces, y aprovechamos para relajarnos y pasar el fin de semana.
Habitaciones grandes, al menos las habitaciones doble superior, algunas con terraza.
Hay unos jardines preciosos.
Y los restaurantes en el hotel, no están mal.

Vestidor junto al baño.
Muy bien.