Parador situado en una mansión señorial del siglo XVII con acceso privado y situado junto al paseo marítimo con unas extraordinarias vistas del atardecer. Mantiene la decoración clásica de paradores con muebles antiguos, edificio renovado en su momento y con un patio interior que es una gozada para aperitivos o desayunos.
Se ubica en el centro de la alargada población muy paralela al mar en zona casi peatonal. Tiene aparcamiento propio en el bonito jardín de la entrada.
Las habitaciones son de buen tamaño, muebles clásicos y decoración básica con mobiliario de madera. Buen ropaje y comodidad en las camas, suelo de parquet silencioso al pisar (no siempre es así), buena mesa de trabajo, televisión plana de tamaño aceptable y distribución clásica con entrada y puerta de baño y la habitación más o menos rectangular alargada.
El baño necesitaría una actualización (mal de muchos paradores) aunque su tamaño es bueno, amenities en frascos colgados de la pared desde la pandemia.
Servicio limpieza etc con la amabilidad y profesionalidad de la red hotelera.
El desayuno en la media alta de estos hoteles con buena variedad y calidad y el aliciente de poder pedir algunas cosas saladas a cocina (tortillas..) y hechas en el momento (como ocurre en otros paradores) sin pegas; hay buen café.
No pongo precio porque se solucionó con puntos de Amigos de Paradores. El precio variable en finde semana pero entre semana, como mi caso suele estar en 70€ noche en habitación doble.