Pequeño hotel rural a las afueras del pueblo con esplendidas vistas. Dispone de 3 plazas de aparcamiento cubiertas y zona al descubierto para otra media docena de coches. Párquing gratuito. Le faltaría mejorar la conservación de los espacios exteriores. Piscina diminuta. Porche cubierto muy agradable. Dispone de un salón a la entrada y una pequeña biblioteca en la planta superior.

Habitación correcta, aunque no nos dieron el mando a distancia del aire acondicionado, pese a pedirlo y decirnos que nos lo dejarían en nuestra habitación, y la TV tenía una docena de pulgadas como mucho. Las amenities, dos botecitos de jabón y uno de crema hidratante. Lavabo con calentador para las toallas y secador de pelo.

Comedor con una decena de mesas algo juntas. El precio que pagamos incluía desayuno y cena. El desayuno, una pequeña mesa con algo de fruta (naranjas, manzanas, peras y plátanos), galletas de barquillo, bizcochetas, magdalenas, dos tipos de mermelada casera, mantequilla, tostadas de paquete, zumo de naranja de bote, leche, tomate para untar, sobres de cacao soluble y un par de boles con cereales. El problema es que no suele estar todo a la vez. En la mesa sirven, al cabo de unos 10 minutos de estar sentados, para cada dos comensales, una loncha de jamón York partida por la mitad, una loncha de queso tierno partida por la mitad, un par de rodajas pequeñas de chorizo, media docena de tostadas y el café. Cena de menú, compuesto por 5 primeros, 5 segundos (uno de ellos de pescado: tiburón) y unos cuantos postres caseros (muy bueno el flan de huevo, a pesar de la nata de bote). Comida correcta. Carta de vinos aceptable, con predominio de vinos catalanes y precios comedidos. Copas correctas. En el menú no entran las bebidas, contraviniendo lo dispuesto en el artículo 19 del Decreto nº 317/1994, de 4 de noviembre, de Ordenación y Clasificación de Establecimientos de Restauración, de la Generalitat de Catalunya. Dispone de servicio de bar, aunque no es fácil conseguir que te sirvan.

El principal problema: falta gente. En la recepción no hay nadie y hay que llamar a gritos. El sábado por la mañana bajé a las 7 a.m. y no había nadie a la vista. La puerta de entrada estaba cerrada con la llave puesta. Cuesta encontrar a los dueños, las dos únicas personas que vi que trabajasen a jornada completa, para cualquier cosa que necesites, aunque sea conseguir un cenicero limpio o que te cobren. Son amables, no simpáticos, pero no dan abasto. Además, no me gustó nada ver y escuchar los comentarios de la dueña con unas amigas en el porche del hotel. Demasiada confianza...

En la página web publicitan una oferta para el fin de semana por 190,-€ (http://www.davallplaca.com/index-cas.html). Lo que no indican es que hay que sumarle el IVA y una tasa turística de 3,98€, además de las ya mencionadas bebidas de la cena. Así, los 190,-€ se convierieron en unos 240,-€ al incluir el IVA, la tasa turística y las bebidas de las cenas. La oferta también incluía un detalle de bienvenida... Como no fuese el mechero usado que me regalaron el último día... Más que el precio en sí, la nota de la RCP expresa mi disconformidad con la información recibida a priori y el incumplimiento de la normativa sobre los menús.

No me gusta lo suficiente para tener que hacer más de 20 Km. de curvas por una carretera angosta.