Hace justicia a su nombre

Una cerveza que ha llegado a mi mesa recomendada por un amigo, y cuando lo he llamado para darle el veredicto sólo he podido expresarle un conciso "Au yeah¡".

Esta americano-valenciana es un producto redondo, con un etiquetado-chapado atractivo, que me trajo a la mente un viaje de hace un año por San Francisco, Las Vegas y Los Angeles. En definitiva, esta cerveza sabe cómo domar un potro desbocado de sed y permite al granjero poder degustar un buen caldo.

De un turbio celestial con tintes dorados y marrones de paja su espuma discreta la convierte en un brebaje digno de un buen plato de carne a la brasa. También de un aperitivo (cacaos, altramuces o almendras) o de una buena paella.

Es suave sin gran sensación acohólica, como sí tiene la Smoky Porter de la misma casa, y los aromas de lúpulo y malta tienden a un toque caramelo que permite paladear con calma. Su sabor gana con un punto medio de frío.

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