San Miguel, de toda la vida.

Cuando uno no busca complicarse la vida y refrescarse con un buen trago de cerveza, por lo menos yo siempre suelo tener a mano unos quintos de San Miguel.

El color es amarillo dorado algo brillante y con una espuma blanca cortita.

Es una cerveza con recuerdos herbaceos en nariz y boca, muy suave, ligera y facilona de beber y con un justo amargor que la convierten en muy refrescante.

Lo dicho, unos quintos bien fríos de San Miguel con unas almendritas y a disfrutar.

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