No sabría decir muy bien qué es. O quizá sean demasiadas cosas las que han hecho de nuestra estancia en Balcones de Oleana algo especial. Podría extenderme en hablar de la casa, grande, señorial, con sabor a pasado y con un encanto que se respira en cualquiera de sus estancias. Podría explayarme sobre la inmensidad de los viñedos que se extiende mucho más allá de esta pequeña población. Podría, también, hablar de las atenciones que nos dedicó Laura, su propietaria, para que nos sintiésemos como en casa y conociéramos todo lo que rodea a la producción del vino (porque conocer es valorar, y ahora todos miramos las botellas de la DO de Utiel-Requena con 'otros' ojos). Como todo ello me ocuparía demasiado tiempo, me limito a decir que nuestra estancia allí ha sido cómoda, plácida, tranquila, entrañable y, por desgracia, demasiado corta... Ya estoy deseando repetir.

Casa rural especializada en enoturismo.

Esta casa de pueblo era la típica vivienda de agricultores que la habitaban con sus empleados. La han rehabilitado y acondicionado para hacerla confortable, manteniendo elementos de su construcción original como vigas de madera, estructuras de forja o los numerosos balcones y ventanales que la convierten en una casa señorial, muy luminosa y acogedora. De aquí viene su nombre, ya que desde los balcones de la casa, se podía divisar la vega del río Magro, antiguamente llamado “Oleana”.
Laura, nos preparó todo tipo de ruta y actividades para realizar durante nuestra estancia, es una perfecta anfitriona, nos hizo sentir muy confortables. Visitamos bodegas cercanas en la zona, esta casita está situada en el corazón de la D.O. Utiel-Requena