Sedoso...cautivador

Aunque en las catas de aceite hay que prestar toda la atención en el flavor, en esa combinación compleja de sensaciones olfativas y gustativas percibidas durante la degustación, debemos hacer mención al brillante color que presenta este Aceite de Oliva Virgen Extra, y también a la elegante puesta en escena. Una botella tostada oscura, de presencia distinguida y señorial, atrae la mirada y recrea positivas sensaciones en nuestras neuronas.
Atracción que se ve incrementada por ese color que irradia brillo desde el interior de la copa, un aceite de tonalidades intensas, de una densidad elevada que marca, que deja huella a su paso por el vaso, tiñiendo el mismo de ese verde pistacho que irradia el aceite, remarcado por las irisaciones brillantes que proyecta.
En nariz podemos encontrar un juego de aromas complejo y espectacular, toda una explosión aromática; las primeras sensaciones nos llevan a las componentes frutales, donde se puede apreciar la manzana, verde (la reineta es la reina) y el plátano, verde, nada maduro. Aromas golosos sugerentes que nos llevan a las componentes herbáceas que empiezan a surgir, olores a tomate verde, y a tomatera, a hierba cortada, aromas frescos que dejan su lugar a las hierbas aromáticas (el cebollino marca un punto fresco y sugestivo en este aceite), terminando por unos aromas a alcachofas recién cortadas, muy seductores. Toda una conjunción sutil, cada elemento en su medida, todos conviviendo en una simbiosis perfecta.
En boca tiene una entrada dulce y sugestiva; una entrada de paso sedoso, ligero, denso y afrutado. El plátano y los recuerdos de manzana que aparecen en el inicio del paladar ceden el protagonismo a la sensación picante, muy presente y persistente en este virgen extra de Masia el Altet. El amargor es muy ligero, siempre superado por ese picante arrebatador y ciertamente persuasivo, complementado por un toque fresco y tenue aportado por las sensaciones herbáceas. Sensibilidades gustativas fascinantes con un postgusto muy largo, cautivador, y una retronasal, un recuerdo frutal y herbáceo a la vez.
Un aceite que hay que disfrutar en toda su grandeza y virginidad; un aceite que hará grande a cualquier alimento, que complementará esas verduras a la plancha, esas setas de temporada o esos tomates jugosos; quedará presencia a un buen pescado o una buena carne. Un aceite que enaltece cualquier comida, pero que él sólo, con un pan para mojar, se muestra sublime.

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