Segunda toma de contacto con una de las novedades tintas de esta bodega del Somontano.
Si la primera vez, el vino apuntaba maneras pero en boca reclamaba más botella, ahora parece incidir en esto precisamente, pues aunque moderadamente, se aprecian cambios en la boca.
Las puntas alcohólicas de la primera cata, parece que han menguado; en cambio, la sequedad del trago al final y una acidez marcada y que se engancha al paladar, siguen ahí...
Se comienza a descubrir unas tímidas notas frutales, la crianza en el roble e incluso dejes de hojarasca, café amargo...y poco más.
Seguiremos en pos de buscar ese "matrimonio-fusión" entre la Syrah y la Garnacha de este tinto de Pirineos.

Nuevo alumbramiento el de este tinto por parte de Bodega Pirineos, junto a otro interesante blanco con crianza que conforman este año, las novedades principales de la bodega en la gama alta de su catálogo.
En la vista, desde luego que el vino es muy bonito. Capa media-alta. Luce un picota bastante oscuro, de buen brillo en la copa. Tanto el ribete morado (muy llamativo el color), como la lágrima (bastante consistente y suavemente atintada en la copa), merecen el alabarlas.
En nariz, mantiene buena intensidad, aunque es cierto que si se mantiene un poco más fresca de lo normal( que no fría), muestra bastantes cositas. Expresiva lo es, aunque igual le falte un poco más de consistencia al final. Es curioso como de primeras, aparecen sensaciones de frutillos negros del bosque, que con el tiempo, darán paso a más fruta roja que negra, esta vez no tan madura, acompañada de notas licorosas. Ese mismo licor, mientras se nota, ayuda a que la nariz no decaiga. Si Agitamos bien la copa, aparecen notas de la crianza, en forma de maderas muy finas que otorgan también cierto peso y maneras elegantes al conjunto en esta fase.
La boca, quizás es lo que más señales de juventud denota(diría de "recién nacido", más bien). Verde, (no sé si dura, ni cerrada al gusto, pero con clara falta de botella). Acidez bastante marcada, y con algunas aristas alcohólicas). Todo indica que a este vino le queda muuuucho tiempo por delante, por lo menos para que se pueda disfrutar plenamente en el trago. Sobre esto voy a hacer un comentario (ni bueno ni malo, sino más bien sorprendente en mi opinión):
Siempre he dicho de Pirineos (y vuelvo a decir que es una opinión muy personal), que elaboran en la bodega vinos muy hechos, una vez salen al mercado. Ya sean crianzas, como reservas (Señorio de Lazán) o el vino top de la bodega (Marboré). Redondos y superbebibles, vamos; para no guardar. En cambio, ya sea por juventud, ya por falta de integración en la botella todavía, en el caso de este tinto, bien merece el guardarlo y reposarlo como no haría con ninguno de los antes mencionados.
En cuanto a precios, parte sobre los 14€; asumibles perfectamente pero con la buena idea de comprar un vino que lo disfrutaremos más guardándolo uno o dos añitos por lo menos, que no ahora mismo.
Hay que ver su evolución...aunque deprisa, pues no saldrán muchas botellas al mercado.